lunes, 14 de noviembre de 2011

Los rescoldos de la Unión Europea





Los rescoldos de la Unión Europea

Soy fumador. Con estas dos palabras hago una declaración de principios para zanjar, de entrada, cualquier alusión a mi opción, libremente elegida, y a la conveniencia, o no, de la misma.
Desde hace unos días vengo notando que mis cigarrillos se apagan frecuentemente. Lo había atribuido a que me ha tocado una partida que hubiese estado en mal estado de conservación y que el papel estuviese húmedo antes del empaquetamiento. Sin embargo, algún amigo, al que le ocurría lo mismo, me comentó algo sobre una nueva ley, e, incrédulo, busqué… y encontré.

La Unión Europea impone los cigarrillos que se apagan solos”. Éste es el titular que acaba de publicar El País, en su edición digital. La normativa, que entra en vigor el 17 del presente, pretende reducir drásticamente (un 40%) el número de muertes por incendios ocasionados por colillas sin apagar. A continuación, en dicha publicación, se vierten estadísticas sobre este tipo de hechos luctuosos, dando la impresión de ser unos de los grandes problemas de salud y seguridad ciudadana, suponiendo, claro está, que esos estudios -cuyos métodos y significación solemos desconocer- estén avalados por el rigor de la Ciencia.

Todo esto en unos días en que caen presidentes de gobiernos de países miembros, como Grecia e Italia, España asiste al circo de una campaña electoral para unos comicios anticipados, la Pérfida Albión, asustada, mira al euro de reojo, se comienza a hablar de dos velocidades, y algunas voces autorizadas cuestionan la viabilidad del propio proyecto europeo.

Mientras el desempleo y los especuladores crean una nueva indigencia europea, abstraídos, los sesudos investigadores y los políticos responsables de nuestra salud y nuestra seguridad en materia de incendios provocados por cigarrillos convencionales, han trabajado duro -a sueldo de los fondos europeos- para elaborar una norma comunitaria que regule esta nueva plaga.

Mi primera duda surge al plantearme la siguiente cuestión: ¿es esto el resultado del celo que unos y otros profesan hacia los ciudadanos afectados por este problema, o es una forma de justificar un empleo y un sueldo? La experiencia y el instinto me invitan a desechar la primera opción. Que la cosa está muy mala y pintan bastos, y que muchos funcionarios, incluidos éstos, se ven en la cola del desempleo o, en el mejor de los casos, en la plaza laboral que ocupaban antes de instalarse en Bruselas.

En segundo lugar: ¿por qué se apagan “solos”? A falta de mayor información técnica (la resolución aún no ha sido publicada), según El País, el papel de los pitillos será más grueso y “en dos tramos”, y, según este mismo medio, “la tabacalera Phillip Morris afirma que los cigarrillos que comercializa en España incorporan el sistema desde junio de este año y que se trata de un cambio imperceptible sobre el producto”. ¿Pueden, por favor, definir “cambio imperceptible”? “Excusatio non petita, accusatio manifesta”, que diría un mal pensado.

A este respecto anotaré dos circunstancias, que no por obvias son desdeñables: “imperceptible” sólo significa “que no se puede percibir”, y la empresa que usa ese término para justificar públicamente el cambio en su producción y su obsesiva preocupación por la salud de la gente, es la misma sobre la que, en 2009, este mismo periódico informaba: “la tabacalera Philip Morrys fue condenada ayer por un tribunal de Florida a indemnizar a Naugle con 300 millones de dólares (201 millones de euros). La estadounidense, de 61 años, está en silla de ruedas por un enfisema”. Esta tabacalera tiene una página web en castellano y comercializa en nuestro país 10 productos, de forma directa.


En tercer lugar, ¿hay modificaciones químicas? ¿Cuáles? ¿Los cigarrillos tendrán la misma cantidad de tabaco? ¿Es ésta la verdadera razón de la subida del precio o sigue siendo el tributo que hemos de pagar los adictos para compensar los gastos derivados de los daños que ocasionamos a nosotros mismos, a los fumadores pasivos y a las víctimas de los incendios que provocamos?

Y mientras escribo estas líneas, he reencendido el cigarrito-que-se-apaga-solo- cuatro veces, que tampoco debe ser muy saludable, por aquello del monóxido de carbono; pero de esto nada dicen. Vaya usted a saber; es factible que, igual el mes que viene, nuevas investigaciones concluyan que el reencendido multiplica el riesgo de tal o cual patología. Y, cuando los medios de comunicación decidan que eso es noticia, y la UE regule tal insano hábito, las multinacionales del tabaco harán un comunicado, diciendo que -y adelanto el titular- “no recomendamos la costumbre de volver a encender los cigarrillos que se apagan solos”.
Otro cambio imperceptible. Los viciosos que sobrevivamos, fumaremos durante menos tiempo pero lo haremos más veces y gastaremos más, eso sí, con la alegría de saber que contribuimos con nuestra propia toxicomanía, nuestra salud y nuestros impuestos a un mundo mejor, con la inestimable ayuda de los políticos, los medios y las empresas tabacaleras. Lo haremos, además, apartados, a la intemperie.

Más les vale a los políticos que votáis para el parlamento europeo (los que votéis), que se ocupen seriamente de que no se apaguen los rescoldos que quedan de Maastricht. Empieza a oler a quemado.

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