martes, 24 de septiembre de 2013

Crítica periodística

Los nuevos mercados
HÉCTOR MUÑOZ. MÁLAGA



«Escuela de sexo oral busca sede en España». Con este titular ofrece El Mundo[1], en su edición digital, un reportaje noticioso sobre una empresa rusa que se dedica a dar clases de sexo ―sólo para mujeres―, con la finalidad de formar y adiestrar alumnas que consigan en diferentes asignaturas  «cómo mantener a cualquier hombre contento, amarrado y adicto a ellas. Incluso "cómo despertar su bestia interior"».

A cualquier crítico, cronista, comentarista o, simplemente, lector o lectora de prensa, se le queda la jeta descolgada y la boquita cerrada (no vaya a ser qué), independientemente del buen o mal gusto del reportaje citado, que eso ya es cuestión de cada cual, y de la pertinencia de su publicación en un diario ―aunque sea en su versión on line― que siempre aspira a ser de referencia, aunque sólo lo consiga en contadas ocasiones. Además, dada la orientación editorial de El Mundo, podría resultar hasta sorprendente, si algo queda ya que sea capaz de sobresaltar al personal. En cualquier caso, respiren sólo por la nariz, hasta el final.

Al parecer está pegando fuerte: han comenzado en Moscú y ya han abierto sucursales en San Petesburgo y Moldavia. En la capital rusa, un equipo de seis profesoras, dirigidas por la decana Liubimova ―¿cómo será la rectora?― entrenan a las alumnas con todo tipo de material didáctico ad hoc. Pero nada de carne: todo sintético, porque los hombres no pueden entrar. Clases de tres horas y media a cien euros y matrícula de libre configuración, a elegir entre doce disciplinas diferentes; si su expansión cruza Los Pirineos con rumbo sur, es de esperar que alivien el paro nacional, eso si a estas alturas los nuevos y nuevas emprendedoras españolas no han montado ya algún tenderete de orden más latino.

Ante tal notición, las reacciones pueden ser variadas: la sonrisa indiferente de «el mundo se ha vuelto loco», el entusiasmo incondicional de los luchadores y luchadoras por la libertad sexual, la negra irritación de aquellos y aquellas que lo consideran machista y vejatorio, o la indignación del pensamiento más tradicional. O la carcajada más sonora de la incredulidad absoluta. Y alguno que ya haya comenzado a frotarse las manos. Vaya usted a saber. Igual resurge aquella fiebre hispánica de principio de los 70 para viajar a Francia a ver El último tango en París y las agencias de viaje empiezan ahora a vender rutas transiberianas como rosquitos de vino. Es más, ya puestos, también podrían montarse academias masculinas de aprendizaje y perfeccionamiento en artes amatorias, que no es ninguna tontería.

Lo dicho: los nuevos mercados abren un abanico de posibilidades no exploradas, que propiciarán realidades diferentes. Dicen que el Periodismo anda en crisis; El Mundo, con reportajes como éste, no invita a pensar lo contrario si publica contenidos más propios de revistas eróticas que de prensa de calidad, de la que andamos muy necesitados.

Y ya lo dijo Pepe Sancho, aquel estudiante bandolero de la serie Curro Jiménez: «¡A mamarla!».

No hay comentarios:

Publicar un comentario