REPORTAJE
Cuando
al poder no le gusta lo que escriben de él
El caso de El Mundo Cantabria
HÉCTOR MUÑOZ. MÁLAGA
La publicidad
del poder engorda pero también mata. Esto es, en parte, lo que le ocurrió al
diario El Mundo Cantabria. Los
avatares de esta ya desaparecida cabecera vienen a demostrar la importancia que
tiene la publicidad institucional en la cuenta de resultados de cualquier
periódico; pero sobre todo, vienen a recordar el riesgo que entraña dicha
dependencia económica, que no es otro que el de dejar una puerta abierta a los
poderes políticos, siempre ávidos de influir a su favor en la opinión pública a
través de los medios de comunicación. Y cuando no lo consiguen por las buenas,
siempre pueden presionarlos con cortarles la publicidad oficial. Esto no es
nada nuevo en la historia del Periodismo: se llama censura económica, una sutil
forma de trabar la libertad de prensa, como ya hizo el establishment británico en el siglo XVIII poniendo impuestos al
papel para doblegar el naciente poder de la prensa diaria, lo que
le costó el cierre, entre otros muchos, al mítico The Spectator.
Nace el 27 de
febrero de 2008 y el 3 de marzo de 2016, sale a la venta el último ejemplar de
la edición regional de El Mundo en Cantabria.
En el camino se habían quedado ocho años de trabajo, durante los cuales el
diario había conseguido hacerse un hueco en la audiencia cántabra. El hecho de
ser la única cabecera nacional —una de las 'grandes'— con una edición
específica para Cantabria, hizo pensar que pudiera enriquecer durante mucho
tiempo el panorama informativo de la región, a pesar de los continuos ajustes
de plantilla y de paginación a los que se vio sometida la publicación en esos ocho
años. Con el cierre, también se tuvieron que ir los últimos 15 profesionales que
quedaban, de los más de 30 que comenzaron en 2008.
El periódico surge
de un acuerdo entre Unidad Editorial, editora de El Mundo a nivel nacional, y la sociedad 'Prensa y Medios de
Cantabria' (PMC), creada por los hermanos Macho, propietarios de la
constructora ECC Viviendas, una empresa familiar.
Según la web 'populartvcantabria.com',
El Mundo Cantabria
estuvo siempre “próximo” al Partido Popular. Esta misma fuente afirmó en su día
que los hermanos Macho mantenían “fuertes vinculaciones con el PP”, y que fue
el mismísimo Pedro J. Ramírez —por entonces director de El Mundo— el que los convenció para que abrieran una franquicia de
su diario en Cantabria.
En mayo de 2009, en una entrevista concedida a alumnos de la universidad
privada CESINE, de Santander, el entonces director de El Mundo Cantabria, Félix Villalba, respondía así a la pregunta
sobre cuáles eran las bases del éxito de su diario: “La prensa cántabra estaba algo adormecida. El hecho de
que aparezca un nuevo diario con una línea informativa fuerte, como es la de
nuestra matriz, basada en la investigación, y que se publiquen noticias que
hasta entonces no salían a la luz, fueron claves para el desarrollo del diario.
Otro punto fuerte es el no tener miedo a posicionarse y a realizar críticas, un
gran atractivo para los lectores cántabros”. Eran los mejores momentos del
periódico. La euforia de Villalba tornaríase en desazón varios años después.
En un reciente reportaje
publicado en el portal web 'Cantabria Negocios', y elaborado por Jesús
García-Bermejo —director de la emisora de radio Arco FM Cantabria—, la presidenta de la Asociación de la Prensa de
Cantabria (APC), Dolores Gallardo, analiza la situación general de la profesión
en dicha Comunidad: “Los bajos salarios y el importante paro existente son los
mayores problemas a los que se enfrenta el sector a día de hoy, lo que no
quiere decir que sean los únicos”. De acuerdo a las cifras que se manejan desde
la organización, las remuneraciones han caído entre un 18 y un 20% desde que
comenzase la crisis, siendo 113 los profesionales que se encontraban sin empleo
a finales de 2014. “El cierre de El Mundo Cantabria ha
sido un palo muy duro para todos, pero lo más preocupante es que no creo que
vaya a ser el último”, adelanta Gallardo. La presidenta de la APC atribuye el
cierre de la cabecera a la caída general de la inversión publicitaria, estimando
dicho descenso entre un 20 y un 30% desde que comenzó la crisis.
Según el reportaje citado, la publicación vivió sus mejores momentos entre
su salida a los kioscos en 2008, y el año 2010. El proyecto estaba cubierto
desde el punto de vista económico por parte de la sociedad editora, PMC. Fue en
este periodo cuando contó con hasta 18 periodistas en la redacción, además de
fotógrafos, colaboradores, comerciales y personal de administración.
Todo ello permitió al diario regional alcanzar su récord absoluto de
páginas, 56, las cuales se incluían en la parte central del periódico nacional.
“Por aquel entonces, el mínimo eran 32 páginas, aunque los fines de semana lo
habitual era que, con los suplementos, nos fuésemos hasta las 40 ó 48 —recuerda
Félix Villalba, ya exdirector de la publicación—. A pesar de que en algún
ejercicio llegamos a cubrir gastos, desde febrero de 2011 —momento en el que se
cortó la financiación— hubo que empezar a hacer ajustes tanto en plantilla como
en paginación”.
Tras el ERE de 2012, El Mundo
Cantabria fue adelgazando hasta las 16 páginas para recortar gastos, ya que
el acuerdo alcanzado en su día establecía que hasta ese número, los costes de
impresión corrían por cuenta de Unidad Editorial. A cambio, todo lo obtenido
por la venta de periódicos iba a parar a la editora nacional, por lo que los
únicos ingresos con los que se contaba, más allá de las inyecciones puntuales
del grupo inversor, eran los procedentes de la publicidad. Ya en la última
etapa, y tras un nuevo ERE —esta vez de extinción—, el diario se redujo a una
pequeña separata de apenas 8 páginas. Con 15 personas en plantilla, la
publicación carecía de los medios necesarios para mucho más. La cabecera estaba
herida de muerte.
“Hemos aguantado 8 años, bastante más que otras iniciativas similares, y
creo que hicimos muchas cosas bien, aunque probablemente también alguna mal. Lo
complicado era hacernos con un hueco entre los lectores cántabros, y lo
conseguimos. Incluso hubo una época en la que éramos nosotros los que
marcábamos la agenda informativa. Sin embargo, la caída publicitaria producida
por la crisis, determinadas sentencias judiciales que no nos beneficiaron y la mala
suerte en momentos puntuales, nos acabaron por condenar”, lamenta Félix
Villalba.
Un asunto que pudo suponer otro
hándicap para El Mundo Cantabria
fue la falta de un soporte digital que acompañase a la publicación en papel.
Según García-Bermejo, la versión digital del diario estaba contemplada en el
propio proyecto, pero no salió adelante por la delicada situación económica que
atravesaba entonces Unidad Editorial, con importantes recortes en todas las
inversiones previstas por el grupo: “Y lo cierto es que, en un entorno cada vez
más tecnológico, potenciar un medio de comunicación sin una página web ni
presencia en las redes sociales se antoja complicado”.
Crisis financiera global, crisis de la prensa de
papel, problemas judiciales, ausencia de un soporte digital…
Han pasado más de nueve meses desde que El Mundo Cantabria dejó de llegar cada
mañana a los kioscos de Santander, de Torrelavega y de los otros 100 municipios
de la Comunidad Autónoma. Con esta perspectiva temporal, puede ser interesante conocer
de primera mano el relato de dos periodistas que vivieron y protagonizaron —desde
diferentes roles profesionales— la historia del periódico: Félix Villalba y
Aser Falagán.
Félix Villalba fue el director de El Mundo Cantabria a lo largo de sus ocho años de existencia; Aser Falagán era uno de los redactores del diario. Un buen día salieron de la
redacción de la calle Carlos Haya, cerca del Barrio Pesquero de Santander, para
seguir haciendo periodismo: Félix en El
Mundo-Diario de Valladolid y Aser en El
Diario Montañés. Ambos han accedido a dar una entrevista para este reportaje.
Para llegar a Aser, ha sido necesaria la mediación de otro periodista, un
compañero del Montañés, José Ahumada.
En una breve charla, José esboza algunos aspectos que, en su opinión, rodearon el
nacimiento y el cierre de El Mundo
Cantabria: “En teoría se suponía que era, simplemente, llegar a un número
de ejemplares vendidos y, bueno, pues al final, con la caída de ventas de
periódicos, no pudo ser. Pero la cosa fue un poco más liosa: sobre todo, fue
como una operación para ayudar a ganar las elecciones autonómicas [de 2011] al
PP. El Mundo Cantabria apoyaba a
muerte al Partido Popular y estaba todo el rato intentando sacar escándalos a
los del Gobierno [de Revilla], y bueno, pues alguno sí que le salió. Luego ya,
una vez cumplido… El dinero para abrir el periódico lo pusieron unos
constructores de aquí… Ya sabes, esos tinglaos
que hay en todas partes. Yo lo sé un poco por encima, pero Aser te podrá contar
más”.
Tras las elecciones autonómicas de 2007 Miguel Ángel
Revilla pudo ser investido como presidente, gracias al pacto entre su partido
(PRC, Partido Regionalista de Cantabria) y el PSOE, conformándose un gobierno
de coalición entre ambas formaciones políticas. Menos de un año después, salía
a la luz El Mundo Cantabria. En los
siguientes comicios, los de 2011, ganó el PP con mayoría absoluta, y su
candidato, Juan Ignacio Diego Palacios fue investido presidente de Cantabria.
Tras las últimas elecciones en 2015, vuelve a haber un gobierno de coalición
PRC-PSOE presidido por Revilla. En las tres ocasiones, el PP fue el partido más
votado.
El arranque
Los comienzos
eran prometedores. Félix Villalba
había sido jefe de sección
de economía en El Diario Montañés. De
éste salieron inicialmente él, y el que sería primer subdirector de la nueva
cabecera, Alfonso Ruiz, junto a otros periodistas del Montañés.
“Hubo gran expectación cuando se supo
que iba a salir El Mundo en Cantabria”,
recuerda Villalba. En su opinión, hasta ese momento existía cierto monopolio
informativo en la región: “Yo creo que esas expectativas eran fruto de la
necesidad de nuevos enfoques en el periodismo y de que se abriera un poco el
pluralismo”.
El Mundo Cantabria rompe en cierta forma los esquemas
previos, con dos periódicos que dominaban el panorama en Cantabria. Félix
cuenta como fueron los primeros años: “La cosa fue muy bien. Desde el día que
salimos, pasamos a ser el segundo periódico en ventas en Cantabria, por detrás
de El Diario Montañés y adelantando a
Alerta, que pasaba al tercer lugar”.
Aser
Falagán explica el sistema por el que se
forma el diario: “Es la misma técnica que usaba Unedisa en toda España para
abrir ediciones y captar mercado local; era como una franquicia, es decir, una
empresa local llega a un acuerdo con Unedisa y se crea una sociedad, en la que
es mayoritaria la empresa local, aunque Unedisa tiene una participación
accionarial que le permite usar el franquiciado. Se montó una redacción en
Santander con una serie de periodistas, comerciales, etcétera. El diario se
distribuía como era habitual, con la diferencia que se incluía un encarte de la
edición; el encarte nació con 32 páginas que subían a 40 y 48 cuando era
necesario”.
¿Cómo se financiaba el periódico? Para
Falagán, “a efectos de diario local funcionaba como un gratuito, es decir, la
financiación de la empresa local era a través de la publicidad propia, porque
los ingresos por venta y por los anuncios de la edición nacional, eran para
Unedisa, para El Mundo nacional. A
cambio, éste ofrecía la marca, su canal de distribución, el encarte del diario,
e imprimía 16 páginas en su rotativa sin pagar; a partir de ahí, el resto eran
de pago”.
Al igual que Villalba, Aser recuerda
aquellos inicios arrolladores: “El periódico se comienza a gestar en 2007 y sale
en 2008. Abre con una plantilla muy amplia, con mucha gente, y se monta una
redacción bastante fuerte; esto es así porque detrás hay una constructora, que
además, está vinculada al PP. Llegó a haber 18 redactores y 30 personas en
plantilla. Durante dos o tres años fue un buen producto informativo, alcanzando
a tener hasta 52 páginas en momentos puntuales o en algún día excepcional,
aunque lo normal eran 32 y algunas veces 40 o 48. En 2009, el diario estaba en
su mejor momento con unas ventas que iban moderadamente bien”.
El 6 de
marzo de 2008, con nueve números publicados, se presentó en sociedad El Mundo
Cantabria. El acto —al
que asistieron el presidente del Gobierno de Cantabria, Miguel Ángel Revilla,
el alcalde de Santander, Íñigo de la Serna, y el entonces director de El Mundo, Pedro J. Ramírez— se celebró
en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Santander. Félix Villalba habla del evento, “que
reunió a 2.000 personas que fueron a escuchar a Pedro J.”, y evoca las palabras de este: “No
importa ser el segundo periódico en ventas; lo importante es ser el primero en
influencia”.
Y
así fue, para el exdirector: “En muchos momentos conseguimos eso, es decir,
marcábamos la agenda informativa y la agenda política. Lo hacíamos con
exclusivas de temas que no salían por la situación en la que estaba la
información en Cantabria, y que nosotros sacamos a la luz; hubo incluso
polémicas, porque éramos críticos con la acción de gobierno, como debe ser la
función del periódico. Allí no estaban acostumbrados e incluso se produjeron
situaciones extrañas: nos mencionaban en el Parlamento y algunos nos
recriminaban desde allí, cosa que era un poco llamativa”.
Publicidad institucional
La publicidad institucional supone una
importante fuente de ingresos para muchos medios de comunicación. Para el
periodismo, esta dependencia es siempre un arma de doble filo. Villalba se
queja del trato recibido en este sentido por el Gobierno de Cantabria, que en
aquellos tiempos estaba formado por la coalición PRC-PSOE, bajo la presidencia
de Miguel Ángel
Revilla: “Uno de los precios que tuvimos que
pagar por la independencia informativa fue el bloqueo institucional por parte
del Gobierno de Cantabria; nos vetaron en el reparto de la publicidad
institucional y nos cortaron ese grifo, que es una parte importante del
montante publicitario, y sobre todo en comunidades pequeñas, como Cantabria,
donde el peso de la administración, en todos los ámbitos, es muy relevante.
La llegada del PP en 2011 suponía la
posibilidad de recuperar la publicidad institucional: “Nos daba la esperanza de
que se eliminaba ese veto institucional que teníamos; pero era una falsa
esperanza, no porque continuaran vetándonos, sino porque llegó la austeridad y
el recorte radical de gastos de la administración, que afectó mucho a la
inversión pública del Gobierno regional; tuvimos algo más de publicidad
institucional, pero no compensaba económicamente el retroceso de la publicidad
privada que se estaba produciendo en aquellos momentos”.
Aser Falagán
coincide plenamente con su exjefe en este punto: “Con el Gobierno anterior, el
de Revilla, cero, boicot publicitario absoluto; un 'apagón publicitario' del
Gobierno de Cantabria, que en otras cabeceras sí metía publicidad institucional
pero en El Mundo no”. Ésta
es, según él, la causa del comienzo del declive. A partir de ahí comienzan
muchos de los problemas: “Cuando llega el Gobierno del PP en 2011, sí mete
publicidad institucional, pero ya no era lo de antes; había poca, pero era poca
para todo el mundo porque no había disponibilidad económica y todos los gastos
estaban muy fiscalizados por los recortes. Había sido un periódico muy a la
sombra del PP, que apoyó mucho al PP durante su Gobierno, y esperaba que le dieran más de lo que le
tocaba; le dieron lo que le correspondía, pero no más. Con la llegada,
nuevamente, de Revilla en 2015, también hubo publicidad institucional, la que
le correspondía, pero ahí ya la situación financiera de la empresa era muy
mala”.
Declive
A pesar de este hándicap, Félix Villalba afirma que solamente con
publicidad privada tuvieron un tiempo en los que iban muy bien: “El primer año
magnífico, el segundo estuvimos bastante bien, estables y consolidados como
referencia informativa en muchos momentos. Aquello se mantuvo funcionando bien
en ventas, aunque luego, cuando la crisis se hizo más patente, tuvimos un
pequeño retroceso, pero menor que la media. Quizá empezamos demasiado fuerte en
estructura, en gastos, pero bueno, no había problema porque había una empresa
[la constructora] que marchaba bien y que tenía fondos para tapar cualquier
agujero que tuviéramos”.
Como ya se ha
comentado, los accionistas principales de El
Mundo Cantabria eran unos empresarios locales,
vinculados a la construcción y la hostelería, que habían emprendido un proceso
de diversificación en los buenos tiempos. Pero la burbuja inmobiliaria
comenzaba a deshincharse, y la crisis financiera avanzaba como un tornado, destruyendo
empleo y arrasando numerosos negocios y empresas.
“A partir de ahí, se notó el descenso
de la inversión publicitaria por parte de las empresas —continúa Villalba—, y
empezamos a experimentar una bajada de los ingresos, en línea con todos los
medios. De todas formas, nosotros seguimos, pero llegó un momento en que la
crisis del sector inmobiliario afectó a la empresa, con lo cual el periódico ya
no podía contar con alguien que aportara financiación cuando era necesario”.
El exdirector hace autocrítica, reconociendo
que, al tener detrás una empresa fuerte que les respaldaba, les faltó un poco
de previsión: “Si hubiéramos sido más previsores, con lo que ganábamos en aquel
momento, nos podíamos haber mantenido perfectamente”.
¿Con qué idea los constructores
hicieron esta inversión? “Sinceramente, no lo sé —responde Aser Falagán—. Eso habría que preguntárselo a ellos; por un lado
pienso que querían diversificar el negocio y ganar dinero, influencia y poder, además
de conseguir obra para su constructora. Y si podían echar un cable al PP, al que
eran muy próximos, pues mejor que mejor. Yo creo que el plan de negocio preveía
entrar en beneficios el tercer año, pero se vino abajo el mercado periodístico
y, sobre todo, el inmobiliario, lo que nos afectó especialmente, ya que el
diario tenía detrás una constructora que era la que, llegado el caso, podría
haber inyectado liquidez para intentar hacerlo rentable con un horizonte más
largo o, cuando menos, para mantenerlo artificialmente. Pero esto tampoco se
pudo dar porque la empresa que sostenía el periódico en los primeros años,
acaba desapareciendo, de hecho”.
Para Falagán
este fue el problema de partida. La crisis del papel hizo el resto: “Sí, es
cierto que estalla la crisis y se reproduce el modelo de otros muchos
periódicos que fueron cerrando en toda España, con la diferencia que éste nunca
obtuvo beneficios”.
El final
“¿Y qué hizo el periódico? —se pregunta Aser—:
apostar por pérdida de calidad, reducir plantilla, reducir todo. En la última
época salía con solo 8 páginas. Entra en un bucle que cada vez es peor, la
dirección lo hace fatal y el producto va cayendo hasta que empieza a entrar en
descomposición, a partir de 2012. Hay gente a la que despiden, gente que decide
irse, incluso sin indemnización, porque ya no aguantan más allí, hasta que
cierra en marzo de 2016”. “Son 8 años. Yo lo he vivido, no te hablo de oídas”,
concluye el periodista.
Félix
Villalba explica así la debacle: “Nosotros
seguimos cayendo en ingresos de publicidad privada, igual que el resto, y llegó
un momento en el que, junto con otras circunstancias del periódico (algunas
deudas que se produjeron), la situación empezó ya a ser insostenible. A finales
de 2015 ya se veía que la cosa iba mal. También había deudas que tenían con
nosotros; sufrimos un enorme retraso en los pagos de la Administración
regional, que nos debía mucho dinero. Aquello ya no se pudo sostener, y en
enero de este año se tomó la decisión de hacer un cierre lo más ordenado
posible; se empezó a negociar un ERE de extinción de contratos y, finalmente,
el 3 de marzo salió el último número a la calle. La empresa que sostenía la
cabecera terminó en un proceso concursal que no sé cómo habrá terminado”.
En lo laboral, tampoco fue un proceso
fácil. Los empresarios habían creado una segunda empresa que venía a complicar
aún más el asunto, añadiendo una evidente
confusión patrimonial. Los tribunales determinaron
que ambas eran el mismo grupo y, por tanto, solidarias en los compromisos
contraídos.
“Para poder
cobrar las indemnizaciones —explica Félix— hubo que interponer una denuncia, a
la que nos adherimos todos los trabajadores. Esa denuncia iba contra las dos
empresas, la editora, PMC, y Gestora de Medios S. L., que era la que gestionaba
la publicidad. A día de hoy, todavía no hemos cobrado del FOGASA (Fondo de
Garantía Salarial), por la lentitud con la que trabaja esta administración”.
A modo de conclusión
La
irrupción de El Mundo Cantabria en
2008 revolucionó, de alguna manera, el hábitat informativo, con un periodismo
más de investigación y denuncia, si bien es cierto que con una orientación
ideológica demasiado marcada. El caso de este diario, ya
desaparecido, es paradigmático de la tormenta que ha asolado a la prensa de
papel desde el estallido de la crisis financiera, no solo en España, sino en
todo el mundo. Ahora bien, el destino final de El Mundo Cantabria estuvo
marcado por dos elementos distintivos: la publicidad institucional y el perfil
de los empresarios que se hicieron cargo de la publicación.
Los acontecimientos de sus primeros
años —los mejores— vienen a constatar la importancia que tiene la publicidad
institucional en la cuenta de resultados de cualquier diario; pero sobre todo,
vienen a recordar el riesgo que entraña dicha dependencia económica, que no es
otro que el de dejar una puerta abierta a los poderes políticos, siempre ávidos
de influir a su favor en la opinión pública, a través de los medios de
comunicación. Y cuando no lo consiguen con un medio determinado, siempre pueden
presionarlo con la publicidad oficial. Esto no es nada nuevo en la historia del
Periodismo: se llama censura económica y El
Mundo Cantabria la padeció en su momento.
El hecho de que la empresa matriz del
periódico fuera una constructora, empeoró la situación económica del mismo
porque, junto a la crisis financiera, el desplome inmobiliario en España fue
brutal. Quizá ello pueda invitar a reflexionar sobre qué clase de empresas y
empresarios son los más idóneos para gestionar un medio de comunicación.■