domingo, 10 de julio de 2016

Comentario: Tardà y Pedro Sánchez



Las diferencias saltan a la vista
Joan Tardà, diputado y portavoz de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) en el Congreso, pone en evidencia a Pedro Sánchez y al PSOE en el debate de investidura

HÉCTOR MUÑOZ. MÁLAGA


Más allá de ideologías y preferencias, más allá de que se pueda estar o no de acuerdo con él, coincidir o disentir totalmente o solo en parte con sus postulados, y más allá del debate sobre la unidad de España o la independencia de Cataluña, el discurso del veterano diputado catalán, el pasado 2 de marzo, en la fallida investidura de Pedro Sánchez, merece una reflexión, lo más  aséptica posible, sobre la situación política en la que se encuentra el Reino de España.




El parlamentarismo español clásico ha dado grandes oradores, como Castelar, Sagasta, Segismundo Moret, Silvela, Pi y Margall, Nicolás Salmerón o los malagueños Romero Robledo y Cánovas del Castillo, por citar solo unos pocos. En tiempos de la Segunda República destacaron, entre otros, Azaña, Alcalá-Zamora, Indalecio Prieto, Lerroux o Gil Robles. De entre los más recientes, cabe nombrar a Adolfo Suárez, Felipe González, Durán i Lleida o el mismo Rajoy.
Quizá Joan Tardà no posea la elocutio de los clásicos, posiblemente porque practica más el catalán que el castellano y depende mucho de sus notas escritas. Pero lo que no se le puede negar es la claridad y la franqueza de su discurso, directo, irreverente a veces, con algún puntito de macarrismo y golpes de un humor típicamente catalán. No esconde sus cartas bajo un velo de retórica, como hacen muchos, y destila honestidad personal; es un político que sabe lo que quiere y lo dice con vehemente claridad, en Cataluña y en Madrid.
El vapuleo verbal que le dio a Pedro Sánchez y a su partido fue de época; al PSOE le afeó su clara deriva a la derecha, algo que a estas alturas ya nadie puede negar. Lo acusó de estar más atado a los poderes financieros que a los ideales socialistas y los intereses de la mayoría. Al candidato a presidente del Gobierno lo tildó de «insensato» y «escaso de talla de estadista», comparando la valentía de Adolfo Suárez durante la Transición con la pacata tibieza de Sánchez en asuntos de Estado.
En este sentido, Tardà jugaba con ventaja: es como poner un Boeing 777 junto a un dron de segunda mano; las diferencias saltan a la vista.


2 comentarios:

  1. Tarda es brillante pero no está libre de retórica (la sutil herramienta común a todos los humanos que queremos mantener nuestra sensación de poder mediante la palabra).

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  2. Gracias, Gregorio, por tu lectura y comentario.
    Reconozco que no soy objetivo con Tardà; me parece un político honesto, decidido, valiente, mordaz y divertido. La retórica no siempre es sutil y la del catalán no me parecería el mejor ejemplo. Más que de poder, yo hablaría de persuasión; efectivamente, creo que en cualquier proceso comunicativo, incluido el interpersonal, la persuasión juega un papel muy importante, incluso sin percatarnos de ello.
    Saludos cordiales.

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