viernes, 2 de noviembre de 2018

Opinión: Resiliencia, galenos y galeotes





Resiliencia, galenos y galeotes
HÉCTOR MUÑOZ. MÁLAGA
Hay diferentes formas de matar a un médico de urgencias. Todas ellas son lentas. El sistema pule y refina sus fórmulas de tortura para que parezcan decesos consustanciales al trascurrir del tiempo, naturales e inevitables. Y al que no consigue finiquitar lo deja para coger alúas.
La muerte a pellizcos
La condena a galeras de los más veteranos es el recurso distintivo del Servicio Andaluz de Salud, su gold standard, al menos en el hospital Carlos Haya de Málaga. Recluirlos en una consulta frente a una apremiante lista de pacientes por atender es como obligarlos a remar a fuerza de latigazos. Más de 30 años de vasta y valiosísima experiencia son sepultados bajo los pies del cómitre. De galenos a galeotes. Con un ojo puesto en la jubilación, se ven haciendo exactamente lo mismo que el primer día que pisaron el hospital como médicos residentes.
Semillas hueras
Son tipos formados y expertos que saben fajarse cuando la parca asoma el pescuezo por la sala de críticos para llevarse a un pobre hombre reventado en la carretera o aquel otro con el corazón hecho jirones por un infarto inmisericorde. La transmisión de ese oficio y de los conocimientos que atesoran resulta inviable en la soledad de una consulta olvidada. Y buena falta hace, porque los últimos eslabones de la cadena docente chirrían escandalosamente, embotados por la ignorancia y la indolencia. A los trileros miopes que ocupan los altos despachos poco les importa todo esto. Ellos a lo suyo, acabar la singular tarea de terminar de hundir el Sistema Sanitario Público de Andalucía.
Tercio de banderillas
Si se permite el símil taurino, las galeras vienen a ser como el tercio de varas de una buena corrida de toros. Una vez bien picados a base de saña y puyazos, hay que seguir molestando clavándoles banderillas de colores. Hoy es la gripe, la demanda se desmadra pero no solo no refuerzan los puestos sino que ni siquiera cubren lo mínimamente necesario. Mañana es verano, la Costa del Sol a reventar y no sustituyen ni a los de vacaciones. El facultativo bufa como morlaco de raza mientras el director de turno, pinturero y vestido de luces —¡eheeee toritooo!—, se eleva en inverosímil escorzo y le endiña otras dos. “La asistencia está garantizada”.
Contra los elementos
Si la resistencia de estos médicos roza el mito, su capacidad de adaptación frente a circunstancias adversas no tiene parangón. En la última demostración de tal poderío, ni las variables meteorológicas ni la inoperancia de los incompetentes de siempre fueron capaces de mellar un ápice la indomabilidad de sus espíritus.
Si bien es cierto que Málaga puede presumir de un clima benigno y envidiable la mayor parte del año, no lo es menos la rapidez con la que suele cambiar la temperatura de una estación a otra. Esto fue lo que ocurrió hace unos días, pasando en 24 horas de casi verano a tener nueve grados a las 12 de la mañana. Podrá decirse que para frío, el pirineo leridano; bien, pero hecha esta salvedad habrá que convenir en lo caprichoso del asunto.
No sería noticiable esta cuestión de no ser por dos pequeños detalles referidos al relato que nos ocupa. Urgencias del Carlos Haya: mirando la zona de consultas desde la entrada, las de la derecha —a estribor en la galera— tienen una disposición arquitectónica que les impide catar un rayo de sol en estas fechas. El árbol que adorna el entorno tampoco ayuda. El segundo detalle es que la calefacción dejó de funcionar.



Vista aérea del pabellón B del hospital Regional de Málaga "Carlos Haya"  /  FOTO: GOOGLE EARTH


Explorando nuevos métodos
De nada sirven las quejas del personal. El frío entumece hasta las ideas de los médicos que reman a estribor. Los pacientes brincan convulsos en la camilla cuando notan sus manos sobre el abdomen. Espantados, miran al facultativo para cerciorarse de que no están siendo reconocidos por Jon Nieve. Los de mantenimiento no están y al calefactor ni se le espera. En todo el hospital no hay un par de estufitas. La sospecha va tomando cuerpo. Si primero fue el de varas y después el de banderillas, ya solo queda el tercio de muerte. “Nos quieren liquidar por congelación”.
Para estos profesionales, la idea de terminar su trabajo es más fuerte que la de sobrevivir pero no parecen dispuestos a sucumbir. Lo de “la imaginación al poder” deja de ser para ellos un eslogan absurdo y lo convierten en una coartada vital: uno se agencia una bomba de aire caliente de las que se usan para tratar a los hipotérmicos y el otro arrambla con la tostadora de los desayunos.


Tostadora de pan en una consulta médica del SAS, ante la ausencia de otro método para combatir el frío /  FOTO CEDIDA


Las consultas y sus huesos recuperan la temperatura deseada, los enfermos se lo agradecen y en la Dirección de Plataforma Logística Sanitaria —un nuevo nombre para la ineficacia de siempre— se tiran de los pelos, vencidos por la resiliencia de aquellos que, a pesar de galeotes, no dejan ni dejarán de ser grandes galenos.

miércoles, 26 de septiembre de 2018

Opinión: no a la huelga


¿Huelga? No, gracias

HÉCTOR MUÑOZ. MÁLAGA

Pueden tumbar el sistema. Con calma. Sin huelgas y en pocos días. Solamente tienen que sacudirse la presión institucional y ejercer de lo que son: médicos. Es rebelarse frente al funcionarismo y contra los números que otros necesitan para conservar sus cómodos sillones. Sin estridencias. Dentro de la ley y del código deontológico. Sosegadamente. Y no solo es provocar la caída del tinglado político, es mucho más. Es ponerlo en evidencia, con sus vergüenzas al fresco. Es someterlo al imperio del conocimiento y a la nobleza de una profesión humanista. Lo contrario es lo que hay: un mal presente y un futuro peor.



Málaga. Segunda quincena del mes de octubre. Huelga de médicos en los centros de salud. Convocan o apoyan el Sindicato Médico, la asociación profesional 'Basta Ya' y el Colegio de Médicos.
Un planteamiento ambicioso
Según el diario Sur, la iniciativa pretende ser el «principio de la reconstrucción de la sanidad pública andaluza». Ahí queda eso. Desde luego, las reivindicaciones son coherentes con la pretensión manifestada: además de la ya clásica '10 minutos por paciente', exigen a la Junta más y mejores contratos, subidas retributivas, mayor capacidad diagnóstica, libertad de prescripción, seguridad frente a las agresiones y un rechazo más o menos explícito, más menos que mása las unidades de gestión clínica (UGC). Asunto capital este último por ser el corsé que los burócratas aprietan para ahogar la autonomía del profesional a cambio de cuatro perras gordas. Algunas más para ellos.


FUENTE: DIARIO SUR

Los diez minutos no se piden, se toman
La experiencia profesional, esa gran maltratada por los depredadores del sistema, dibuja en el pensamiento senderos otrora inconcebibles. El que ha visto casos banales que han acabado en sesiones de quimioterapia sabe muy bien lo que significa esto. Casi nadie va al médico por morboso placer. Que unos profesionales tengan que reclamar diez minutos para atender a sus enfermos forma parte de un laberinto kafkiano en el que la realidad viola brutalmente a la sensatez, a la Medicina y a todo galeno que se cruce en el camino.
¿Huelga para que se les puedan dedicar 600 segundos a los enfermos? Hay cosas que se piden por deferencia y si no, se toman. Sobre todo si van preñadas de tanta legitimidad. Si todos los médicos de todos los centros de salud de Málaga dedicaran esos diez minutos ―o los que fueran necesarios― a sus enfermos, es muy posible que los antidisturbios tuvieran que intervenir para evitar linchamientos. Ya conocemos el sabor de los huesos de nuestro puchero. Pero el sistema caería irremisiblemente en pocos días. Menos huelgas y más redaños.

A los de urgencias que les den
Los médicos de atención primaria ―como todos― durmiéronse en el regazo de aquella mentira que les prometió maná de por vida. Poco les importó ―ni les importa― la lenta agonía de sus compañeros en las urgencias hospitalarias. Y viceversa. Si hay un gremio insolidario, es el de los médicos.
Inciertos son los resultados de la huelga anunciada. Las reivindicaciones son muchas. Mejor dicho, son todas. El momento y los convocantes invitan a barruntar cierta intención política. Una  cosa es segura: el paro machacará a los de urgencias. Una vez más. Como diría el cómico, al final son «las gallinas que entran por las que salen». Sin el comodín de una población formada, la partida está perdida.

“A mi padre lo echaron el otro día…”
Los reingresos precoces en el hospital son un escándalo. Les dan de alta hoy y vuelven mañana. Por urgencias, claro. Y vuelta a empezar. Demasiados médicos sucumben a la presión asistencial y se creen mejores que nadie por su habilidad como 'defensas-escoba'. Lo más sangrante del caso es que algunos de ellos son excelentes profesionales que aún no se han percatado de que además de hacerle el juego a los que los desprecian cualquier día de estos un juez los va a poner mirando para Antequera. Y lo tendrán más que merecido. Por útiles.

Lo que hay que hacer
Si todos los médicos de todos los hospitales de Málaga hacen lo que hay que hacer, el sistema colapsa. No hay que solicitar más pruebas. No es una huelga de celo. Es escuchar, atender y explicar. Es resolver dudas. Los pacientes, las personas, necesitan una buena información y una referencia. El coste económico es cero pero requiere tiempo. El que se merecen, ni más ni menos. Es mucho más rápido solicitar el enésimo escáner; el enfermo volverá a un carrusel que lo tendrá girando varios meses. Y un buen día aparecerá en urgencias. La familia sabrá exactamente la fecha de las pruebas pero nada de la enfermedad.
Instintivamente los profesionales sanitarios están contribuyendo al trabajo sucio de la administración sanitaria. Y no solo no mejoran la calidad de la atención, sino que la embarran. Casi siempre con la mejor de las intenciones. Casi siempre.
Y cuando entiendan esto y se dediquen solo a lo que les concierne ―la Medicina es el oficio más bonito del mundo― la situación actual pintará de rosa para todos. A estas alturas hacer más huelgas es hollar en vacío. No, gracias.

jueves, 6 de septiembre de 2018

Opinión. En ocasiones veo médicos





En ocasiones veo médicos 

HÉCTOR MUÑOZ. MÁLAGA

Incomunicado. Un serio disturbio neurológico le hurta la capacidad de hablar y de entender. Tiene 38 años y una lesión cerebral. Llega a urgencias desde otro hospital. Tres son los especialistas que han de determinar su futuro. Por si no tuviera bastante, el joven paciente también es víctima del síndrome del monstruo del lago Ness: todos hablan de él pero ninguno lo ha visto.

Hay un protocolo para estos casos. Una guía clínica sesudamente elaborada por ilustres expertos en tales menesteres, lo mejor de cada casa. Para evitar expresiones malsonantes, digamos que a la hora de la verdad se la pasan por el filtro de la reinterpretación. Cada cual a su favor. Objetivo: menos en mi casa, en la de cualquiera. Cualquiera suele rimar con urgencias. Los especialistas se niegan a ingresar pacientes que huelan a problema.
No será sospechoso este blog de connivente con el sistema. A través de esta humilde ventana se han denunciado muchas de las perrerías ideadas en los despachos, bastantes años antes de las mareas, de Spiriman y de otros luchadores sobrevenidos. Hoy toca cambiar el paso.

La escena
Los profesionales no pueden esconderse más entre las bambalinas de una escena descompuesta. No hay tempestad que lo arrase todo. Ni siquiera la precariedad o las malas condiciones laborales pueden justificar conductas tan descaradamente evasivas como las que a diario pueden observarse en la arena de la asistencia urgente, que es de la que uno puede hablar sin temor a que me partan la cara.
Hay, en general, una llamativa reticencia a reflejar las decisiones en la historia clínica, la madre de la Medicina. Detrás de una apariencia digna dicen una cosa y escriben otra. Sabedores de que el registro digital deja un rastro indeleble, han desarrollado una jerga llena de condicionales y muletillas del tipo “en el momento actual” para disfrazar responsabilidades. No vaya a ser qué.

El médico de urgencias
En tales casos el médico de urgencias está capado en el poder de decisión, más allá de sus competencias clínicas. Esto es así por mucho que el Plan Andaluz de Urgencias y Emergencias (PAUE) y su mentor, Murillo, cacareen lo contrario. Al menos en el Carlos Haya, el urgenciólogo es un convidado de piedra en las controversias nacidas de los diferentes criterios entre los especialistas del hospital.

Los residentes
Íntimamente relacionado con todo lo anterior, está el caso de los mal llamados médicos residentes, a los que prefiero llamar médicos generales en periodo de formación especializada (MEGFE). Suelen presentarse como neumólogos, cardiólogos o cirujanos pero no lo son. Estos generalistas soportan gran parte del peso asistencial en sus respectivos servicios y suelen estar encargados de valorar los pacientes ingresados en urgencias. Probablemente han aprendido lo bueno de sus mentores pero lo seguro es que también lo peor.
Muchos de ellos no saben lo que es el respeto. En su baño de oro se creen dueños de la ciencia y se permiten lujos como establecer indicaciones por teléfono. Les da igual que al otro lado de la línea haya un profesional que triplique sus años de experiencia. No solo padecen el tic de la ignorancia, también el de la aborrecible soberbia médica.

Las unidades de gestión clínica
No puede haber dudas sobre que la causa principal de este desastre se encuentra en la progresiva funcionariorobotización que el sistema sanitario está inoculando en la profesión médica, temeroso de un nivel de decisión que se escapa al control político. Las unidades de gestión clínica no son más que la traducción de este miedo cerval. Un modelo de organización sustentado por el mantra de una pretendida optimización de los recursos, que no solo ha sido un sonado fracaso en este sentido sino que ha creado la figura del paciente “complejo”, una pelota envenenada que nadie quiere.
Al observar los ojos, abiertos como platos, de algún interlocutor cuando uno comenta estas inquietudes, me asaltan dudas sobre mi propia salud mental. Sé que no son ideas delirantes porque en ocasiones veo médicos. Médicos de verdad.








miércoles, 31 de enero de 2018

Opinión. ALÉRGICOS A LA VERGÜENZA



Alérgicos a la vergüenza

HÉCTOR MUÑOZ. MÁLAGA

Lo peor de los trileros es que creen que todos los demás son imbéciles. En plena crisis sanitaria malagueña, con hospitales colapsados, urgencias superadas, masificación y demoras, la nueva estrella propagandística del SAS es una aplicación para teléfonos móviles. Gracias a este adelanto, los pacientes encamados pueden saber si la comida del hospital les producirá una reacción alérgica. No mire la fecha de hoy: no es el día de los Santos Inocentes.


FUENTE: EUROPA PRESS


Don Paciente tiene 79 años. Ha dejado por unos días su pueblo natal para encamarse. Atrás quedaron los gorriones, el susurro del arroyo y las partidas de dominó. Anda el hombre preocupado por los resultados de las pruebas que los médicos le están haciendo a causa de un odioso y pertinaz dolor de cabeza.

Hoy, después de peregrinar varios meses de consulta en consulta más los dos días en urgencias esperando cama, Don Paciente tiene ante sí la bandeja con el menú que le ofrece el hospital. Apetitoso, lo que se dice apetitoso, no se le antoja. Pero lleva sorpresa: una tarjetita con el extraño dibujo de algo que se parece a un jeroglífico y que es conocido como código QR. Le explican que su teléfono móvil puede captar la imagen y lo llevará a una página web en la que podrá saber si la comida le dará alergia.


Bandeja con el menú de los hospitales públicos malagueños                                                                                   FUENTE: malagahoy.es


Superados unos segundos de estupefacción, don Paciente, pragmático y hambriento, decide comérselo todo antes de que se enfríe más de lo que ya está. Cuestión de prioridades. Además, ni tiene teléfono móvil ni lo necesita ni le interesa lo más mínimo el tal QR.


Código QR


Y no es que pretenda ser maleducado o desagradecido con el lumbreras de la Unidad de Gestión Clínica de Endocrinología y Nutrición que ha ideado el invento; ni con la Dirección del hospital que —mediante nota de prensa— anuncia un logro más de la sanidad andaluza. No es eso, es que no le gusta la sopa fría.


Web de la Unidad de Gestión Clínica de Endocrinología y Nutrición del hospital Carlos Haya de Málaga                                       FUENTE: hospitalregionaldemalaga.es


Las horas de espera son interminables en un hospital. El periódico de papel —el de toda la vida— es su gran compañero. Tras dar buena cuenta del rancho, y con un descafeinado calentito, don Paciente retoma su lectura. “Carlos Haya habilita una planta de medicina interna en el Materno-Infantil ante la saturación de pacientes”. “Muere el hombre que sufrió un ictus mientras esperaba cinco horas en el hospital de Antequera”.

Mientras lee tales titulares, le viene a la cabeza aquella tercera sala de observación de urgencias en la que estuvo hasta que le dieron cama en la planta. Una moderna instalación, terminada hace dos años, que por fin han tenido que abrir —improvisada y apresuradamente— para poder hacer frente a la avalancha invernal.

Sala de observación-3 del hospital Carlos Haya de Málaga                                                   H.M.


Don Paciente no es usuario digital pero es un tipo listo. Se pregunta cuál es la importancia del código QR en las comidas del Carlos Haya, con la que está cayendo. El buen hombre sospecha que los que gestionan el servicio público que durante tantos años ha pagado quieren distraer su atención. Y que no van a consumir el mismo menú que él.

Sospecha que son alérgicos, sí. Pero a la vergüenza.


sábado, 20 de enero de 2018

Opinión: No hay quinto malo



No hay quinto malo

HÉCTOR MUÑOZ. MÁLAGA
Que Dios nos libre de los defensores porque de los otros ya nos libraremos nosotros solitos. De una vez por todas: “El Defensor del Paciente” es una asociación privada. Tan privada como una gestoría, una compañía de seguros o un bufete de abogados. El nombre de la web se ajusta mucho más a sus objetivos reales: negligenciasmedicas.com.

Presentación de negligenciasmedicas.com   FUENTE: negligenciasmedicas.com


Fue fundada en 1997 por Carmen Flores López, la actual presidenta. Su hijo Miguel Ángel falleció en 2011 tras una larga y penosa enfermedad. Cinco años antes, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid había condenado al Servicio Madrileño de Salud a pagarle una indemnización de 12.000 euros, «por quedar tetrapléjico a causa de una negligencia médica», según el diario ABC.
La familia Ocaña Flores, que había solicitado una compensación económica de 721.214 euros —según elEconomista.es—, interpone un recurso de casación sobre la «reclamación de responsabilidad patrimonial con motivo de la asistencia sanitaria» recibida por su hijo. El Tribunal Supremo lo desestima en sentencia del 19 de octubre de 2011.
El brazo armado de la asociación es su asesor jurídico, Francisco Damián Vázquez, titular del bufete Vázquez Abogados, que dispone de seis oficinas en toda España; tres de ellas están en la provincia de Málaga. Este último dato no es azaroso.

Web del bufete Vázquez Abogados                                                                        FUENTE: vazquezabogados.es


El Vaso Canopo jamás tratará de justificar ni defender a un solo negligente. Sobre «el descuido, la falta de cuidado y de aplicación» —que es como el DRAE define la negligencia— se puede escribir mucho; más de uno se sorprendería de lo cerca que tenemos ese azote de la profesión médica. Pero hoy no toca.
El pasado 11 de enero el diario malagueño Sur se hacía eco de la “Memoria 2017”, elaborada por la asociación que preside la señora Flores. Un clásico: «Las urgencias de Carlos Haya, las quintas de España con más quejas, según el Defensor del Paciente». En justicia, hay que decir que el titular se ajusta al contenido del documento, y que en el subtitular se especifica claramente que la fuente es una asociación privada. Una agencia a la que se le supone un prestigio asentado, como Europa Press, también da la noticia (suponiendo que periodísticamente pueda incluirse en dicho género). La pregunta es: ¿hay que dar pábulo a negligenciasmedicas.com? ¿Es una fuente veraz? No, no y no. Es una fuente interesada. Mejor dicho: muy interesada.
Aquel que no es sospechoso de militar en la contumaz orden del corporativismo médico ni de ser un acólito compinche de la Consejería de Salud, puede darse el gustazo —sin temor a que le llamen militante o pelota—, de afirmar que la asociación de Carmen Flores es, o pretende ser, un elemento de presión mucho más ocupado en obtener indemnizaciones para sus asociados que en la defensa de la sanidad pública. Y yo lo afirmo.

"El Defensor del Paciente", marca registrada                         FUENTE: negligenciasmedicas.com


Hay que reconocer que lo del “Defensor del Paciente” tiene tirón porque evoca instituciones oficiales que defienden (o eso dicen) al ciudadano. De hecho, Carmen ha tenido que patentar el nombre porque hay “defensores” sin copyright que se atreven a competir con ella para compartir la gloria —dejémoslo en eso— de ser los adalides de la filantropía sanitaria. Como Amancio Ortega pero sin el glamur de la opulencia. Este blog no contribuirá a tal ceremonia de la confusión y solo hará referencia al nombre real, negligenciasmedicas.com, que no es lo mismo que el otro, ni muchísimo menos.
Para los que llevamos más de 20 años denunciando las miserias del Servicio de Urgencias del Carlos Haya —que no son más que el producto de las de muchos de los gerentes y directores que ha tenido, y tiene, el hospital—, la noticia de que somos el quinto peor de España (como asegura negligenciasmedicas.com) podría servirnos de martillo pilón y rearme moral para decirle a Susana Díaz y a su coro de grillos y grillas: «ahí tenéis la prueba, iros ya a tomar… la salida más próxima». Pero ni a la plaga le preocupa el afrecho ni nosotros somos tan ruinmente oportunistas como ella.


Advertencia del Defensor del Paciente                                                           FUENTE: negligenciasmedicas.com


En los 90 este servicio de urgencias fue pionero en politraumatizados, fibrinolisis en el infarto, protocolos de muerte cerebral, preparación de los primeros equipos del 061, etc. Una década prodigiosa que no supimos vender porque despreciábamos el cartón, el pastel y las posturitas, “dientes, dientes”, para salir bien en la foto. Así nos ha ido, claro. Aquí, el que no vuela viaja por el espacio y al camarón que se despista se lo come el pulpo listo. Y pulpos de esos hay a patadas.
La deriva actual hubiera llegado de cualquier manera porque todos los gerentes y directores se cebaron en contra: un torpe incompetente es negativo; un torpe incompetente y asustado es una peste. Y si además se llama Prieto, como el de ahora, los muertos brotan alarmados y prefieren nuevamente una muerte nueva a pasar otra noche en urgencias. Los puedo comprender.
Los profesionales que trabajan mucho y bien en urgencias son legión. Y les duelen en su amor propio titulares como el del peor servicio de 2016 o el del quinto malo del 2017. Tienen su corazoncito, como todos. Y escuece más cuando saben que el “defensor” es un sujeto privado y que el hecho de autodenominarse así no lo hace más grande ni más guapo ni más verdadero.



Además, a los trabajadores sanitarios no les agrada que los insulten ni que los amenacen. Y menos que les partan la cara. Normal, ¿verdad? Pues para negligenciasmedicas.com las condenas por agresiones al personal no solo «son desproporcionadas y sin pruebas claras», sino que suponen una situación de «indefensión para los pacientes». Sin comentarios.
Solo hay que leer la Memoria de 2017 que publica negligenciasmedicas.com en su web: un desastre, un nido de gárgolas, una mezcla infame de intereses al gusto con dos cuencos de ignorancia vestida de domingo y varios granos gruesos de resentimiento añejo. No hay un solo dato constatable; dice que le llegan quejas. 500, 600, 700 quejas… Si alguien tiene la curiosidad de llamar al teléfono de la asociación narrando una supuesta negligencia, comprobará como una amable joven le solicita el relato por escrito, a través de un correo electrónico. A partir de ese momento ya hay una queja más, computable para que en 2018 las urgencias del Carlos Haya vuelvan a ser de las peores.


Es muy curioso el recurso que usan para argumentar sus opiniones: «La vida de las personas se pone en peligro. Juzguen ustedes mismo» [textual]; y a continuación trascriben 30 o 35 titulares de periódicos (pág. 2):
«Mi abuela estuvo más de ocho horas en los pasillos de urgencias con 96 años y la extremaunción dada». «Un paciente sordo espera casi siete horas en Urgencias porque le llamaron por megafonía».
Se les ve el plumero más de la cuenta. El momento estrella de la Memoria 2017 es la “ronda de entrevistas” con los partidos políticos más importantes del arco parlamentario (pág. 6); las tres propuestas fundamentales de negligenciasmedicas.com son eliminar costes procesales, ampliar el plazo para reclamar y un nuevo baremo de daño sanitario. La primera de ellas parece bastante lógica porque Vázquez acaba de perder, el pasado mes de septiembre, un pleito de forma dolorosa, según la sentencia a la que El Vaso Canopo ha tenido acceso: un informe forense le desmonta una demanda por 520.000 euros y el juez impone las costas procesales a la familia del finado. Vaya faena. No estaría de más otra asociación defensora, algo así como negligenciasdeabogados.com.
Para realizar un estudio real y comparativo sobre la calidad asistencial en los servicios de urgencias son necesarios muchos más datos que las quejas que reciben Carmen Flores y su abogado. Muchos más datos y un tratamiento estadístico serio. Sus informes podrán generar impacto mediático y alarma social. Incluso clientes. Pero solo sirven para desorientar a la gente y cabrear al personal sanitario.
Con todo, es mucho peor lo de Jiménez Murillo, director del Plan Andaluz de Urgencias y Emergencias (PAUE), que solo sabe lo que políticamente le interesa saber y que es el verdadero artífice del desastre asistencial. Él y su séquito. Y ahí están, de rositas. Es un trepador de fondo al que nadie le mete mano, cuando debería estar desde hace tiempo en el Puerto de Santa María, y no precisamente comiendo langostinos atigrados o patas de cangrejo rey. Este individuo es el responsable del caos de las urgencias andaluzas.

Jiménez Murillo, director del PAUE                                                                             FUENTE: Diario Córdoba


Las estadísticas del PAUE están falseadas en origen, de forma sistemática y planificada. Cualquier organización analiza sus resultados con rigor y después introduce las medidas correctoras; Jiménez Murillo y la Consejería corrigen ex ante la forma de recoger los datos para que los resultados sean los deseados. Por ejemplo, si políticamente no interesa aceptar que muchas personas van a urgencias por problemas menores (esto traduce una mala gestión de la atención primaria), la solución es cambiar el sistema de triaje para que lo que hoy es leve, mañana sea grave. Asunto resuelto. La primaria funciona y los andaluces hacen un exquisito uso de sus maravillosos servicios de urgencias. Nada de esto es cierto: unos lo saben y otros se lo creen. Lo que yo sí sé es que hay muchas cosas que sé. También sé que otros saben que las sé.
No es bueno, ni conveniente, dar pábulo a organizaciones como negligenciasmedicas.com. Sinceramente, no sé si el Servicio de Urgencias del Carlos Haya es el quinto por la cola. Pero desde luego no lo será por lo que digan unos indocumentados, en el sentido literal y no peyorativo del término. Hasta que no exista una entidad independiente, externa y solvente que supervise y registre la atención sanitaria, estaremos en manos de tunos y de iluminados.
Hasta entonces, no hay quinto malo.