miércoles, 31 de enero de 2018

Opinión. ALÉRGICOS A LA VERGÜENZA



Alérgicos a la vergüenza

HÉCTOR MUÑOZ. MÁLAGA

Lo peor de los trileros es que creen que todos los demás son imbéciles. En plena crisis sanitaria malagueña, con hospitales colapsados, urgencias superadas, masificación y demoras, la nueva estrella propagandística del SAS es una aplicación para teléfonos móviles. Gracias a este adelanto, los pacientes encamados pueden saber si la comida del hospital les producirá una reacción alérgica. No mire la fecha de hoy: no es el día de los Santos Inocentes.


FUENTE: EUROPA PRESS


Don Paciente tiene 79 años. Ha dejado por unos días su pueblo natal para encamarse. Atrás quedaron los gorriones, el susurro del arroyo y las partidas de dominó. Anda el hombre preocupado por los resultados de las pruebas que los médicos le están haciendo a causa de un odioso y pertinaz dolor de cabeza.

Hoy, después de peregrinar varios meses de consulta en consulta más los dos días en urgencias esperando cama, Don Paciente tiene ante sí la bandeja con el menú que le ofrece el hospital. Apetitoso, lo que se dice apetitoso, no se le antoja. Pero lleva sorpresa: una tarjetita con el extraño dibujo de algo que se parece a un jeroglífico y que es conocido como código QR. Le explican que su teléfono móvil puede captar la imagen y lo llevará a una página web en la que podrá saber si la comida le dará alergia.


Bandeja con el menú de los hospitales públicos malagueños                                                                                   FUENTE: malagahoy.es


Superados unos segundos de estupefacción, don Paciente, pragmático y hambriento, decide comérselo todo antes de que se enfríe más de lo que ya está. Cuestión de prioridades. Además, ni tiene teléfono móvil ni lo necesita ni le interesa lo más mínimo el tal QR.


Código QR


Y no es que pretenda ser maleducado o desagradecido con el lumbreras de la Unidad de Gestión Clínica de Endocrinología y Nutrición que ha ideado el invento; ni con la Dirección del hospital que —mediante nota de prensa— anuncia un logro más de la sanidad andaluza. No es eso, es que no le gusta la sopa fría.


Web de la Unidad de Gestión Clínica de Endocrinología y Nutrición del hospital Carlos Haya de Málaga                                       FUENTE: hospitalregionaldemalaga.es


Las horas de espera son interminables en un hospital. El periódico de papel —el de toda la vida— es su gran compañero. Tras dar buena cuenta del rancho, y con un descafeinado calentito, don Paciente retoma su lectura. “Carlos Haya habilita una planta de medicina interna en el Materno-Infantil ante la saturación de pacientes”. “Muere el hombre que sufrió un ictus mientras esperaba cinco horas en el hospital de Antequera”.

Mientras lee tales titulares, le viene a la cabeza aquella tercera sala de observación de urgencias en la que estuvo hasta que le dieron cama en la planta. Una moderna instalación, terminada hace dos años, que por fin han tenido que abrir —improvisada y apresuradamente— para poder hacer frente a la avalancha invernal.

Sala de observación-3 del hospital Carlos Haya de Málaga                                                   H.M.


Don Paciente no es usuario digital pero es un tipo listo. Se pregunta cuál es la importancia del código QR en las comidas del Carlos Haya, con la que está cayendo. El buen hombre sospecha que los que gestionan el servicio público que durante tantos años ha pagado quieren distraer su atención. Y que no van a consumir el mismo menú que él.

Sospecha que son alérgicos, sí. Pero a la vergüenza.


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