sábado, 9 de febrero de 2019

OPINIÓN: PEDRO SÁNCHEZ Y LA CRISIS DE VENEZUELA





Cágala otra vez, Pedro

HÉCTOR MUÑOZ. MÁLAGA



En este instante puede estar desatándose una guerra civil en Caracas. Una guerra a la española, con la potencia dominante del momento prestando hierro al bando de los justos. Al mando el cabo chusquero Trump, flanqueado por los 28 de la UE. El presidente del Gobierno español aporta colorido en su papel de majorette estelar.
Todos estos han puesto de moda la idea —propaganda, una vez más— de que el petróleo de Venezuela es un argumento tangencial, casi accidental. Es una cruzada filantrópica por la libertad, la democracia, blablablá. Nunca hubo tanta mediocridad en los dirigentes políticos del mundo, pero el cinismo que manejan es de leyenda.
Juan Guaidó se autoproclama presidente y Estados Unidos lo reconoce oficialmente; a él y «al Gobierno legítimo de Venezuela», en palabras de Donald Trump.
La derecha española vibra al borde del éxtasis. Para Casado y Rivera el referéndum de Cataluña fue un golpe de estado; ahora, lo de Guaidó y su jefe gringo, muy al contrario, es un acto legítimo frente a la pérfida revolución bolivariana y en defensa de la libertad, la democracia, blablablá.
En estas andamos cuando Pedro Sánchez —sibilinamente espoleado por los tiburones de Bruselas— se inviste de glorias lejanas como si fuera el nuevo virrey de las Indias.
—Chicos, esto lo soluciono yo —debió pensar.
Sobrado y con cierta chulería, no se le ocurre otra cosa que dar un ultimátum a Maduro, persona paciente que se distingue por su serenidad templada y reflexiva, como es bien conocido por el mundo entero.


Parecía que tras casi dos años al margen del ruedo, regresaba más hecho, más consistente. Ni por asomo. Ya se lo dijo Joan Tardà en el debate parlamentario de su fallida investidura, año 2016: «Le veo escaso de talla de estadista». A fe que el catalán acertó.



Tan solo cuatro días después de esa bravuconada (que ocasionará muchos problemas a Sánchez y le restará votos), el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador —este sí, un gran presidente—, le da un fino repaso en la rueda de prensa conjunta: «Diálogo como primer paso. No se pueden imponer las cosas. No nos corresponde ese papel. Nos debemos conducir con el principio de autodeterminación de los pueblos. Este conflicto deben solucionarlo los venezolanos. La política se inventó, entre otras cosas, para evitar la guerra. Ayudaremos a que se lleve a cabo ese encuentro».

Ahora Catalunya. Cágala otra vez, Pedro.




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