viernes, 2 de agosto de 2019

Juicio al Independentismo: Crónica Judicial



Del Tribunal Supremo a un tablao del Sacromonte



HÉCTOR MUÑOZ. MÁLAGA

Decimoctava jornada del proceso judicial contra el independentismo catalán. 19 de marzo de 2019. Tras la declaración del exsubsecretario de Hacienda Félix Martínez Rico, llega el turno de los guardias civiles: tres que intervinieron en el operativo del 20-S y un mando del dispositivo del 1-O. Son los cuatro primeros de 24 agentes de la Guardia Civil solicitados por la Fiscalía esta semana. Sus nombres no aparecerán en las diligencias ya que serán identificados solo por su número profesional TIP. Tampoco se mostrarán sus imágenes en la señal en directo, tal y como ha ordenado el presidente del tribunal, Manuel Marchena.
El artículo 436 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal (LEC) cita textualmente: “Si el testigo fuera miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en el ejercicio de sus funciones, será suficiente para su identificación el número de su registro personal y la unidad administrativa a la que está adscrito”. Por tanto, la LEC les otorga el derecho de testificar sin publicitar sus datos personales, identificándose con su número de registro profesional.
Sin embargo, el que se realicen, o no, la grabación y emisión de las imágenes de los guardias civiles durante sus declaraciones, depende en última instancia del criterio del tribunal de la Sala, que en esta ocasión, y marcando diferencias con el resto de testigos, ha concedido el anhelado deseo a los agentes de la Benemérita que lo han solicitado. Así lo anunciaba a las defensas el juez Marchena: “El Tribunal, por unanimidad, accede a la petición de los guardias civiles que van a declarar hoy”.
Según el presidente del tribunal, esta medida no afecta al principio de contradicción ni al derecho de defensa; obviamente no era momento para pedirle explicaciones, con cuatro guardias civiles esperando a responder —más mal que bien— las preguntas de los abogados defensores.
Por muy lego que se sea en materia procesal, surgen dos preguntas inmediatas tras el anuncio de Marchena: ¿por qué la supresión de las imágenes de los agentes no afecta al principio de contradicción ni al derecho de defensa? ¿Cuáles son los argumentos jurídicos del tribunal para no permitir la grabación y emisión de dichas imágenes en este caso concreto, mientras se permitieron las del resto de testigos y, por supuesto, las de los independentistas encarcelados y encausados?
El magistrado Manuel Marchena ha estado impecable —a veces implacable— en las 17 sesiones precedentes. Debería explicar muy bien la decisión tomada —sin duda lo hará en una de esas resoluciones interminables— si no quiere iniciar el descenso del descrédito.
Por lo pronto, la abogada de Jordi Cuixart, Marina Roig, y el letrado que representa a Raül Romeva y Oriol Junqueras, Andreu Van Den Eynde, han elevado protesta ante el tribunal por entender que la decisión adoptada puede afectar a la presunción de inocencia de sus patrocinados.
Para terminar de encontrar preguntas respecto al deseo de los guardias civiles de no ser grabados, hay otras dos que caen por maduras: ¿cuáles son las razones de los agentes para no dar la cara? ¿Qué temen?




Durante sus declaraciones, la actitud general de los guardias frente a los abogados defensores es claramente obstruccionista. Además, se muestran hostiles, desafiantes, soberbios y arrogantes, no solo frente a los abogados, sino también ante el presidente del Tribunal, que en varias ocasiones ha de amonestarlos, particularmente al primero de ellos (H11346M), impertinente, insolente, engreído y pendenciero como pocos.
El juez Marchena ha tenido que recordarle al segundo en testificar, el número K47019K, que está bajo juramento y que se apriete los machos como le pillen en perjurio: la abogada Marina Roig mantiene la afirmación de que dicho guardia civil incurre en delito de falso testimonio declarando como testigo.
El tercero en discordia es un sargento, 935979V, al que, con sacacorchos, Van Den Eynde y Jordi Pina (abogado defensor de Jordi Sànchez) le arrancan respectivamente dos confesiones que se antojan relevantes para el futuro: el sargento de la Guardia Civil niega que se produjera ningún asalto a la Conselleria d’Economia el 20 de septiembre de 2017, y afirma que nadie del equipo judicial, incluido él, sufrió lesiones durante los registros de ese mismo día en Barcelona.
Para finalizar, el comandante de la Benemérita número P9654OQ, declarando sobre lo que ocurrió el día del referéndum del 1 de octubre de 2017, ilustra a la concurrencia en sede judicial con otro eufemismo orientado a minimizar la manta de palos que dieron ese día a muchos catalanes pacíficos; según el comandante P9654OQ las acometidas no eran cargas policiales, no. “Lo que se hacían eran pasillos de seguridad”. Cachondo el comandante.
Son días en los que hay más arte en el Supremo que en un tablao del Sacromonte

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