Typical
Los medios de comunicación se
han hecho eco de la colocación de un artefacto explosivo de manufacturación
casera en la madrileña catedral de La Almudena. Aunque
no se han aclarado las causas por las que, felizmente, la bomba no ha llegado a
detonar, el frustrado atentado ha sido reivindicado por un grupo de tendencia
anarquista.
Héctor
Muñoz. MÁLAGA
Dicen que Mateo Morral fue el
anarquista que quiso cargarse a Alfonso XIII ―y consorte― con una bomba, casera,
por supuesto, que se le fue de las manos y mató a una treintena de inocentes
conciudadanos. Vaya usted a saber. La cuestión es que, un siglo después, Morral
vuelve a ser recordado por su sangrienta chapuza a propósito de otra mayor, en
cuanto a la fechoría, aunque sin el rojo mortal de las heridas que él causó.
La verdad es que El País
no termina de aclararse: un sacerdote descubre en un banco de la iglesia un
paquete “rudimentario”, desaloja el templo y avisa a la policía. Nada de
policía, llegan los TEDAX; ahí están los tíos. Dicen que se trata de “un artefacto explosivo, compuesto por un
despertador, 1.200
gramos de pólvora negra prensada, una bombona de camping-gas
y cerca de un kilo de tornillos”. Y que lo han “desactivado”, afirman, aunque
dudan de que hubiera explotado porque “el reloj no funcionaba adecuadamente”.
Es lo que tiene la crisis: los terroristas ahora compran en el chino. En la
misma noticia se comenta que la bomba estaba en una bolsa de basura, cerca del
confesionario; lo de esta España y las bolsas de basuras es una asociación
digna de un psicoanálisis colectivo.
Un día después, las agencias de noticias informan de que, a
través de Internet, el “Comando Insurreccionalista Mateo Morral” se ha
responsabilizado de la chapuza. Cuando se lee el comunicado del comando, pésima
y chusqueramente redactado, el reflejo natural se traduce en una carcajada, de
esas que delatan la incredulidad más radical.
A estas alturas de la peli, en la que hasta los escrúpulos
cotizan en bolsa, resulta complicado creer nada de todo esto. Ni los anarquistas
son iletrados, ni las bombonas de camping-gas son de bolsillo, ni la policía
―que no es tonta― ha dejado de vigilar La Almudena. Esto
hiede a propaganda negra. Negra y torpe. Negra y burda, descaradamente burda.
De todas formas, da igual que haya sido la tosca maniobra
mediática de algún sector reaccionario que pretenda refrescar una memoria
histórica afín a sus intereses, con el objetivo de emitir una señal de
advertencia, o que se trate del subidón de unos coleguitas anarcas, empeñados
en quemar santos; lo llamativo, lo trascendente es que entre unos y otros, y
los que estamos en medio, comienza a tomar forma la idea de la vía rápida; la
que no entiende de barcas; la de que aquí te cojo, aquí te mato; allá te pillo,
allá te cepillo.
Igual el problema no son los desesperados, ni los
desahuciados, engañados, estafados, ninguneados, agredidos o molestados; éstos
tienen una paciencia harto demostrada. A lo mejor el problema son los que
tienen mucho que perder con un golpe popular, poca paciencia para la reacción y
ningún escrúpulo si hay que usarla.
Guste o no, se crea o no se quiera creer, la idea de cortar
todo esto por lo sano comienza a rondar por muchas cabezas. En España y por
doquier. No es solo un fenómeno nacional, es global; pero aquí nos gusta
aderezarlo con iglesias, chapuzas, chanzas y bolsas de basura.
Con una típica nota de color español. Como está mandao.
Grande Hector..... Grande !!!!
ResponderEliminarCÓMO SIEMPRE, FANTASTICO HECTOR.
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