El babero de los hobbits (I)
HÉCTOR MUÑOZ.
MÁLAGA
Pertenecen a una estirpe gris de
elementos a sueldo. Sueñan cada noche con alcanzar un escaloncito, el siguiente:
uno menos para llegar lejos. Son los
cargos directivos del Servicio Andaluz de Salud, concretamente los llamados ꞌcargos intermediosꞌ.
En este punto y al hilo del discurso, que en breve retomaré, es posible imaginar un diálogo cinematográfico, de serie B mala, entre un subdirector médico, Gerónimo, pongamos por caso, y su cuñado gaditano, que anda de visita. El encuentro entre Gerónimo y su hermana, entrañable; la cena, inmejorable y bien regada, va derrotando hacia el paso de su ecuador, momento en el que los caldos arrancan a fermentar en las neuronas. El reconfortante silencio de una noche familiar, la trémula luz de cuatro rayos de luna, que se empeñan, con hidalguía mediterránea, en no abandonar a los comensales, el aroma del salitre milenario, el murmullo de la espuma antes de ser agua de nuevo…
—Cuñado, ¿cómo te va en el hospital?
Tengo entendido que eres el mandamás allí… ¡Ja, ja, ja, ja, ja!
—¡Qué va, hombre! Yo solo soy
subdirector.
—¿Te parece poco?
—Lo mío es un cargo intermedio,
cuñado.
—¡Hostia! ¡Como los hobbits! También eran intermedios…
—Eran medianos, cuñado, medianos…
—¿No te estarán creciendo los pies no?
¡Ja, ja, ja, ja, ja! ¡Mi tesooorooo! ¡Ja, ja, ja, ja, ja!
Como le ocurrió al asno con la flauta, al
cuñado le ha tocado un bingo con la semántica; no en vano, la primera acepción en
el DRAE del término ꞌmedianoꞌ es: «De calidad intermedia». No cabe duda de que, tanto
semántica como lingüísticamente, y con el aval de la Academia, se puede decir que
aquellos cargos intermedios, son cargos medianos.
Por una simple regla de tres, y en una interpretación mucho más libre y próxima
al mundo de la fantasía del maestro Tolkien, podrían clasificarse esos roles
directivos del SAS, como “cargos hobbits”.
Aunque es de temer, y yo me lo temo, que a esas entrañables criaturas de La
Comarca, tan bondadosas, inteligentes, trabajadoras, solidarias y leales, tal
comparación no solo les resulte odiosa, sino que es más que probable que la
encuentren enojosa. Y esta buena gente de la Tierra Media también tiene sus
prontos.
Mas, habrá que retornar a la senda
que abandonamos cuando quisimos parar a escuchar aquel turbador diálogo a la luz de la luna. Momentos antes, se hablaba
de esa carrera de muchos cargos intermedios para llegar lejos. Probablemente ni sepan cuánto de lejos. Ya se les
puede adelantar una pista: cerca del Guadalquivir, a su paso por Sevilla.
Si el evento gastronómico y familiar
del subdirector Gerónimo ha sido un guiño literario —ficción por tanto—, en la siguiente entrega de este
artículo se tratarán asuntos de mayor enjundia: la militancia política de estos
cargos, la adjudicación de los mismos por el «sistema de libre designación»
(legal, ilegítimo y vergüenza democrática); el “engorde” descarado del
curriculum investigador, con trabajos-estrella que valoran impactos sanitarios
a partir de cuestionarios elaborados con refranes populares, análisis de caídas
entre ancianos que practican, o no practican, Tai Chi (por cierto, sin
diferencias significativas), y talleres de cocina de los que se extraen
conclusiones para cambiar el orbe sanitario.
Artículo 8, Decreto 75/200, de 13 de marzo de 2007 de la Junta de Andalucía / FUENTE: Junta de Andalucía |
Finalmente, trataré, una vez más, de
explicar por qué la administración sanitaria andaluza (supongo que otras muchas
también, pero esta es la que conozco) ha tratado, desde el 28 de febrero de
1981 de mermar la autonomía de los médicos, en vez de hacerlo con los poderes
fácticos, que hoy campan a sus anchas.
Y todo ello, a propósito de un caso,
del que he sido protagonista y testigo. Si dijera que fui víctima, mentiría; no pueden arrebatar el
poder del conocimiento y de la buena praxis. Prevaleció
mi criterio, de una forma aplastante. Podría decirse que fue vergonzante para el mediano,
la mediana en este caso, pero donde no hay trigo, no hay pan blanco. Suerte
tienen de que los médicos jamás hayamos querido hacer una huelga, pero una
huelga de verdad: se desploma el sistema sanitario en pocos días. Pero se lleva
por delante a muchos inocentes y esto no es asumible. Al menos para mí.
Los médicos llevamos bata; muchas
veces sucia, de la batalla. Los hobbits —no
los de Tolkien— llevan babero para secar la continua
secreción que les produce la sumisión al dedo que los hace ser… Y no ser.
(Continuará…)
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