Susana y las uvas
HÉCTOR MUÑOZ. MÁLAGA
Este año tocaba en Almería: Canal Sur, la
televisión pública de Andalucía, retransmitió desde la Alcazaba el discurso de
la presidenta Díaz y, veintisiete horas después, las campanadas de noche vieja
desde la plaza de la Catedral. Dos
eventos clásicos, con distintos guiones, pero similares en su concepción
mediática: el primero como un acto más de propaganda política, disfrazada de
saludo y buenos deseos, y el segundo como un monumental espacio publicitario
vestido de expresión popular que, además, ha dejado la anécdota de ofrecer a
los espectadores solo cinco de las doce campanadas, por un error de continuidad
en la programación. Dos mensajes persuasivos. A los andaluces les han sobrado
siete uvas verdes y una Susana vestida de negro. Si mal acaba un año, peor
comienza el siguiente.
“Él tenía una estrategia de comunicación, y yo
otra, son distintas”. “Me siento
más cómoda comunicando mis mensajes de otra manera”. Así ha justificado recientemente
Susana Díaz, en una entrevista concedida a La Sexta[1],
sus diferencias con el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. Sin duda, la Presidenta se refería a
la llamada que hizo hace unos meses, en directo, el máximo dirigente socialista
al programa cultural Sálvame (al móvil del presentador, el filólogo
Jorge Javier Vázquez), para decir a los españoles que no le gustan las corridas
de toros[2].
Esto sí que es populismo, y de baja gama. Además, los problemas entre Susana y
Pedro no son de interés público. Los medios explotan este aspecto tangencial de
la política española por audiencia, es decir, por dinero. Entre unos y otros terminan
convirtiendo los problemas reales de la sociedad en un magacín rosa, con la
intención de desviar la atención del personal. Y todos contentos: los medios
por pasta y los políticos por puntos canjeables en las urnas.
Susana Díaz es una presidenta no electa. Ningún andaluz la ha votado a día de hoy. Abogada
y “diplomada en Alta Dirección de Instituciones
Sociales por el Instituto Internacional San Telmo”, según la web de la Junta[3], a esta trianera no se le
conoce otra ocupación que no sea la política, a la que llegó con 17 años. Y con
casi 40 subió al trono andaluz tras la espantá de Griñán, su valedor.
Por tanto, no es de extrañar que desde aquel momento haya dirigido su
estrategia comunicativa a la captación de votos y simpatías. Su aparición en Canal
Sur, su canal, el pasado 30 de diciembre, es digno de análisis. Un
monumento a la demagogia.
Se
celebran mil años desde la proclamación del Reino de Almería[4], una de las casi cuarenta taifas
surgidas tras la disolución del Califato de Córdoba. Así, a bote pronto, parece
una efeméride un tanto rebuscada. Pero allá que va Susana para felicitar a los
andaluces desde la Alcazaba ,
como una reina mora vestida de luto riguroso[5]. El negro es un color que
en nuestra cultura trasmite seriedad, sobriedad, austeridad, recogimiento, pena
y dolor: “Me duele esta realidad y con sinceridad les digo que no
veo motivo de celebración…”, dijo la susodicha. Pues quédese en su casa, señora
Presidenta, y no venga a fastidiar la fiesta. “Ésa ha sido mi obsesión [el
paro] desde que soy presidenta de la
Junta …”. Ya se nota, señora Díaz, tiene usted el honor de
presidir la región con más desempleo de la UE.
Sus consejeros, delegados, secretarios, directores, gerentes
y gerentillos no hacen otra cosa que recortar en recursos humanos para lo que
se tercie, sea en salud o en educación. Y usted les pone la medalla
correspondiente en forma de mejores cargos, carguetes o carguitos por el trabajo
bien hecho. Tiene usted una cadena de mandos tan calamitosa como su propia
gestión. Ni más, ni menos.
Por no hablar de corrupción,
esa que usted llama “cáncer letal para la confianza de los ciudadanos en sus
instituciones”, y que no solo se manifiesta en los grandes escándalos, como los
ERE, sino que se palpa diariamente con nombramientos “de cargos de confianza”
en todas ellas, desde la más compleja a la más básica, como la Gerencia del SAS o la subdirección
de un hospital público, por poner dos ejemplos. Aunque le moleste, Susana,
usted forma parte de la rancia casta política española, por mucho que lo quiera
disimular con esa pose dramática bien aprendida desde sus años en las
Juventudes Socialistas. La misma casta que la de Rajoy, Moreno, Arenas o
Bendodo; o peor, porque usted se jacta de abanderar la guerra contra la
desigualdad, pero solo sabe dar limosnas a los más pobres, joder a muchos
profesionales, machacar a una clase media muy quemada y llegar a buenos
acuerdos con la gran banca y las multinacionales, a las que no les roza un
cabello. Hace lo mismo que aquéllos pero se afana más que ellos en que parezca
un accidente. Es difícil ser más demagoga y más populista que usted.
Y para ello tiene a Canal Sur. En
esto tampoco se distingue el Gobierno andaluz, 'de izquierdas', de la derecha
clásica o del nacionalismo más cutre. Ni siquiera de Goebbels o de Stalin. Usa
a su antojo la televisión pública para deformar los mensajes y encuadrar la
realidad en su propia conveniencia. Todos los poderes lo hacen, al menos en
España. Si Telemadrid es la campeona de la parcialidad, Canal Sur
lleva un cuarto de siglo haciéndole la competencia. Así le va, claro; un medio
deficitario que recurre a la copla, y más copla; a mostrar andaluces que viven
privilegiadamente en los confines del mundo y que eshan de meno er hamón y
er sarmoreho; a Juan y Medio con sus ancianos y sus niños, y a unos
informativos encorsetados, descaradamente tendenciosos y de mala calidad. Canal
Sur existe porque es necesario propagandísticamente. No lo duden. De otra
forma no se entiende que los impuestos se gasten en una programación tan
pacata. Y no faltan excelentes profesionales, pero resulta que los periodistas,
los realizadores y los técnicos también tienen que pagar sus hipotecas; incluso
sus hijos necesitan comer todos los días.
Una buena forma
de amortizar los gastos del ente público RTVA, es contratando publicidad. Toda una declaración de independencia
informativa. Y no cualquier publicidad, no; nada más y nada menos que la Coca-Cola[6],
una corporación multinacional de origen norteamericano, con inmensos
beneficios, que cierra fábricas españolas y despide trabajadores españoles.
Cabe preguntarse cómo será el tratamiento informativo que dará Canal Sur
a los actuales conflictos laborales que tiene esta empresa en nuestro país, si
depende de ella para cuadrar las cuentas con lo que cobra por su publicidad. El
fallo técnico de nochevieja, que dejó sin uvas a su audiencia, es una anécdota,
incluso graciosa, si se mira en clave andaluza. Igual a la multinacional no le
hizo chispitas, y seguramente aún menos a su departamento de marketing, que no
debe considerar rentable que se asocie su imagen de marca a la gigantesca
cagada de Canal Sur. No sería de extrañar que pidan indemnización o no
abonen lo convenido. Y esto también lo pagarán los de siempre.
Como en la fábula
de Esopo, hay cosas que son inalcanzables, incluso para Susana Díaz. Por
ejemplo, siete de las doce uvas del 2014.
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