HÉCTOR MUÑOZ. MÁLAGA
6 de julio de 2016
Estimado usuario:
Es mi más fervoroso anhelo que, cuando usted lea esta
carta, los médicos que llevan su caso hayan encontrado causa y alivio para ese
dolor que lo atormenta desde hace varios meses.
Como sin duda recordará, el día que
lo atendí en el servicio de urgencias del hospital Carlos Haya mostré cierta
preocupación por su dolencia, a pesar de la normalidad de los análisis y las radiografías
que le practiqué. Esa inapetencia y los kilos perdidos, además del punzante
dolor que le impedía hacer una vida normal —más por una caprichosa e inoportuna
intermitencia que por la propia intensidad del mismo— resultábanme ladinos
síntomas de un oculto disturbio.
He podido saber que de nada sirvió
la encarecida indicación que claramente escribí en el informe de alta para que
su cuadro clínico fuera estudiado con preferencia por el especialista
correspondiente, puesto que, como le expliqué —y usted comprendió perfectamente—,
en urgencias es imposible abordar todo lo que llega, en aras de atender a
aquellos que necesitan una actuación más inmediata. De hecho, no habrá olvidado
que mi petición de una simple ecografía fue rechazada por el radiólogo de
guardia, ajustándose a dicho criterio.
Imagino la sorpresa torcida en su
gesto, días más tarde, al comprobar que el Servicio Andaluz de Salud (SAS) y la
Dirección del hospital consideraron, en el mes de junio, que tal preferencia podría
esperar a finales de noviembre para una primera cita. Ya le advertí que el
camino iba a ser largo y sinuoso, a pesar de su sereno civismo y de su buena
educación —incluso, lastimosamente, a causa de tales virtudes—, y de mi empeñado
criterio profesional.
He seguido su particular calvario.
Lo llamo particular porque es el suyo, no porque sea excepcional; es la norma,
lo habitual en nuestra sanidad pública andaluza desde hace muchos años: un
ejército de dolientes sin respuesta, peregrinando de un lado a otro, reducidos
a un murmullo de sombras que solo se quiebra por el llanto de lo irremediable,
o por los gritos, las amenazas y los golpes de unos pocos que hacen del
trabajador sanitario de turno su personal cabeza de turco. Y todo ello ocurre bien
al fondo, detrás de los relucientes cristales de un escaparate adornado con
órganos trasplantados y brillantes bisturíes, estratégicamente colocados por la
negra, pero eficaz para sus intereses, propaganda política de la Junta.
Sé que no ha podido aguantar más y que
ha tenido que acudir varias veces a urgencias. Las mismas que ha vuelto a casa,
con una triste y creciente colección de agujeros en los glúteos, hasta que
llegue noviembre. Ya en julio, un mes después de aquella nuestra entrevista, su
estado está tan deteriorado y su familia tan asustada que, de nuevo en las
urgencias del Carlos Haya, se ve obligado a suplicar
alguna solución. Cuando yo mismo le recomendé que volviera a consultar si las
cosas no le fuesen bien y su estado empeorase, olvidé comentarle que no debía
esperar a los meses de verano. Ya es tarde, le ruego disculpas, estimado contribuyente.
Flaco favor le he hecho al no poder ahorrarle
los 45 minutos que se han demorado en preguntarle el motivo de su visita, más
las tres horas transcurridas hasta que la médico residente lo ha atendido en la
consulta; ni otras tres para conocer los resultados de la enésima analítica, cinco
para los de una ecografía —que ha resultado ser “poco valorable” por el
abundante gas intestinal que albergan sus tripas—, y dos y pico más hasta que
el especialista —un buen residente— le comunica que nadie tiene una idea
aproximada de lo que le pasa, y que lo mejor es ingresarlo en el hospital para
poder llegar a un diagnóstico. Total, catorce horas de su vida, un hilo en la
madeja del tiempo. Mas ¿qué le voy a contar yo? Todo eso lo sabe usted a
ciencia cierta y en carne propia.
Me siento tan atribulado, señor
usuario, que me resulta del todo imperativo darle alguna explicación más.
Alejado del corporativismo que tanto desdeño, le aseguro, con poco margen de
error, que todos los trabajadores que han intervenido en su proceso han dado el
máximo de sus posibilidades. Podría equivocarme en algún caso puntual, en algún
elemento fallido que lo fuere más por agotamiento o desmotivación que por
conducta negligente. El problema principal es que al SAS, al gerente y a los
directores, les importa un pimiento lo que usted tenga que esperar. No se
suplen con la solvencia requerida las bajas, los permisos, las reducciones ni
las vacaciones de ni uno solo de los estamentos del hospital. Habrá leído estos
días en los diarios malagueños ciertas denuncias en este sentido.
No quiero cansarlo en demasía, que
bastante tiene ya con lo que tiene; pero le daré unos apuntes más: en urgencias
del hospital Carlos Haya, la cobertura de médicos este verano no alcanza el
50%, siendo generoso, ya que se halla más cerca del 30% que de la mitad citada.
Mire si son malas las condiciones de trabajo y los contratos que ofrecen, que
ahora tienen otro problema: muchos médicos los rechazan porque prefieren
trabajar en hospitales privados.
El SAS quiere hacer lo mismo, o más,
con menos personal. Por ejemplo, hace varios días los celadores tuvieron que
atender las tareas de un trasplante —que son muchas y que requieren la máxima
diligencia— demorando obligatoriamente las habituales, como trasladar pacientes
críticos o hacer los ingresos en planta. Ni siquiera la poderosa Organización
Nacional de Trasplantes (ONT), que maneja recursos de sobra para mantener una
gran estructura logística e incentivar económicamente a los profesionales
implicados, se dignó a pagar un celador extra. Uno solo, que no es tanto pedir.
No es que durante el resto del año
la agilidad de la asistencia sea mucho mayor. Tiene días. Los sucesivos
gobiernos socialistas de Andalucía, como los del PP en otros lares, llevan
recortando en sanidad pública desde antes del pelotazo de Lehman Brothers. Pero
el verano es el momento ideal para sacar unas tijeras bien afiladas durante los
nueve meses restantes. Uno de los motivos, si no el principal, es que
en Andalucía (no puedo hablar de otras comunidades que desconozco) no se opera
en vacaciones. O se opera poco. No me pregunte el porqué. Consecuencia: estos
artistas del trueque cierran camas, las esconden, las inhabilitan o como
quieran llamar a esta operación anual. Y les da igual todo lo demás. Prefieren
mandar a los enfermos a las clínicas privadas concertadas (que en Málaga son el
centro asistencial San Juan de Dios —que se autodenomina 'Centro de Atención Integral a Salud
Mental y a las Personas con Discapacidad'— y el Complejo Hospitalario Integral
Privado, CHIP), que pagar un par de enfermeras para abrir una planta.
Imagen de camas que han quedado fuera de uso en el periodo veraniego diariosur.es
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El
número de camas distraídas es un misterio porque no quieren hablar de ello con
la trasparencia que les caracteriza. Yo sí puedo decirle a usted que en las
navidades de 2015, solo en el hospital Carlos Haya (General, Materno, y Civil),
chaparon 198. Que se dice pronto. El gerente por aquellas fechas, José Luis
Doña, hoy ya no está. En su lugar han fichado —quédese con este nombre— a
Emiliano Nuevo Lara, exgerente del hospital de Jaén. Allí debieron ser tan
exitosas sus políticas de gestión, que le han encomendado los dos grandes
hospitales de Málaga. Acostumbrado a la avalancha poblacional que en estas
fechas inunda Jaén y sus infinitos olivares, lo de la Costa del Sol debe
parecerle una excursión de excéntricos. Pan comido. Retenga también estos dos
nombres: Miguel Ángel Prieto, director médico a perpetuidad, y Ramón Porras, el
artista de los contratos.
Emiliano
Nuevo Lara, gerente de los hospitales Carlos Haya y Clínico de Málaga /
diariosur.es
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Y le sugiero tal
ejercicio porque esos son los responsables de los malos días pasados, de las
catorce horas que se ha comido esperando y de las que le quedan; sí, don
usuario, siento comunicarle que no hay camas libres en el hospital hoy, que
nadie sabe si las habrá mañana y que mientras tanto, con suerte, lo ubicarán en
una del área de Observación de urgencias. Con menos fortuna —gracia que a usted
no parece sobrarle— le aguarda un sillón reclinable. Espero que no le molesten
los gritos, las carreras, los quejidos y los ruidos de una zona del hospital
que no está pensada para enfermos que no la necesitan. Como es su caso,
afortunadamente para usted y para los que están en su misma situación.
De cualquier
manera, sea bienvenido. Ármese de valor y paciencia, que todo viacrucis tiene
un comienzo y un final, sí o sí. Suerte amigo.
Espectacular descripción de la realidad. Lamentable de fondo. Enhorabuena al autor.
ResponderEliminarMuchas gracias.
ResponderEliminarSe nota q conoce de primera mano la realidad del Hospital.Muchas gracias como usuario por evidenciar la realidad diaria
ResponderEliminarSe nota q conoce de primera mano la realidad del Hospital.Muchas gracias como usuario por evidenciar la realidad diaria
ResponderEliminarGracias a usted por su lectura. Le invito a que le dé la máxima difusión para dar a conocer esta realidad. Gracias.
EliminarHector.... Si has sido tu... FELICIDADES... Lo han bordado...
ResponderEliminarGracias, Rafa. Sí, claro yo soy el autor. Me alegro de que te haya gustado. Puedes difundirlo para un mayor y mejor conocimiento de la realidad que padecemos. Un abrazo.
EliminarGracias. Es la triste realidad. La pena es que nos quieran engañar y nos quieran acallar. Es el liderazgo del miedo. Los dirigentes son gestores, no sanitarios, y usan a los pacientes comos escudo humano y también como arma arrojadiza contra los sanitarios. Lo difundo.
ResponderEliminarMuchas gracias.
EliminarSer Gestor no es necesariamente negativo. La gestión es imprescindible en un sistema tan complejo. Lo perverso es olvidar qué están gestionando, y las consecuencias individualea y colectivas de hacerlo sin ética ni perspectiva humana.
ResponderEliminarPor cierto, los médicos y demás sanitarios estamos obligados y comprometidos con la ética y deontología, voluntaria, legal y vocacionalmente; razón por la que suele nombrarse a un economista, un sociólogo, un tiritero, un licenciado en medicina que no ejerza o cualquier otro político profesional, siempre que haya demostrado no tener principios. Demencial.
Gracias por la historia, por la reflexión y por dar nombres de los responsables ocultos.
Estoy de acuerdo en lo que dices. Gracias por tu lectura y por el comentario.
EliminarEs triste este devenir de la Sanidad pública, donde parece más importante la fachada, el maquillaje y los parabienes, pero poco se mira por el enfermo. Creo sinceramente que muchos gestores viven lejos de la realidad, en sus acomodados despachos mirando lo bien que les cuadran los números y ciegos ante la situación sangrante que vivimos todos los días médicos y pacientes, no sólo en Andalucía. Creo que es bueno que se hable de ello, que se conozca la realidad con garantías, con transparecia, sin tapujos y sobretodo sin "matar al mensajero" que se le ocurra decirlo en este u otros foros.
ResponderEliminarBuen post Héctor. ¡¡Un saludo!!
Muchas gracias, Virginia.
Eliminarla defensa de la sanidad está en nuestras manos. Si les dejamos acabarán con ella. La decisión es nuestra.
ResponderEliminarhttps://www.facebook.com/Stop-Listas-de-Espera-Sanidad-P%C3%BAblica-186582388372962/
En ello estoy. Gracias por tu comentario.
ResponderEliminarHoy he sufrido en propias carnes, su inigualable escrito. Por un cuadro de crisis de ansiedad grave, fui derivado por el medico de urgencia de mi localidad, al servicio de urgencias de la unidad psiquiatrica del Hospital de Cabra (a 40 klm. aprox.). Sin apenas poder moverme y en un estado lamentable, le informan a mi marido que la unidad de salud mental estaba situada en la 3ª planta. Cuando logramos llegar alli, nos dicen que bajemos a la planta baja de urgencias. Nos llaman,... falsa alarma, en un despacho nos recogen el informe emitido por el medico de urgencias de mi localidad. Esperamos un buen rato, en un estado que omito describir y vuelven a llamarme. Por fin?.... No, un tramite mas... una doctora para conocer que me pasa y trasladarselo al psiquiatra. Solo despues de mas de dos horas y media de espera, me recibe el psiquiatra Antonio Jesus Moreno Campos, que ya tenia formada una idea previa quien era yo y mi circunstancias, a pesar de ser la primera vez que me veia en su vida. Es un señor no mayor, no empatico, no agradable de trato, que al parecer desconocia su profesion, porque me pregunta a mi, paciente, que puede hacer por mi? Lo mismo que si de una peluqueria se tratara, y tu le responder cortar y peinar. Para concluir antes de indicarme explicitamente que le esperaban otros pacientes, despues de escasamente 20 minutos, que mi cuadro de dolor emocional de intensidad tal, que habia experimentado incluso convulsiones, no es legitimo, que el entorno toxico que lo ha originado, maltratos y rechazos continuados no deben valorarse de ninguna manera, y le puso algo nervioso cuando le sugerí que la actuacion de los nazis con los judios, tambien eran normales? En su informe aparece una descripcion que para nada se corresponde al objeto de la demanda. Y por ultimo me describe como paciente con rasgos caracteriales disfuncionales. Solo una pagina en todo internet he encontrado dicha descripcion, porque ni el DSM ultimmo, lo incluye. Sali de su consulta, peor que entre. Lo cual dice mucho de una actuación medica psiquiatrica. Sistema y profesionales, deberian pasar un exhaustivo examen. Pero a quien interesa que las situaciones medicas se mejoren... Un medico es Dios, porque es "dueño" de nuestra salud y con ello de nuestra vida. Quien le va a discutir a Dios?
ResponderEliminarEn primer lugar, decirle que lamento la mala experiencia que relata y desearle una pronta mejoría. Le agradezco la lectura del blog y su comentario. De su caso particular poco puedo opinar porque no lo he conocido personalmente y solamente tengo la información que usted me brinda, pero que, sin dudar de sus palabras, me resulta insuficiente para elaborar un juicio al no conocer la otra versión, en este caso la del psiquiatra que la ha atendido. Lo verdaderamente importante es que recupere usted su salud y la mantenga. Si en algo más puedo ayudarla, quedo a su disposición. Un cordial saludo
EliminarHéctor Muñoz.
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