Cartas marcadas
HÉCTOR
MUÑOZ. MÁLAGA
Respuesta
crítica al artículo de opinión “Mártires del 155”, publicado en el Diario Sur de Málaga el 21 de octubre de
2017, firmado por José Antonio Trujillo.
Tan solo le falta lamentar la
ausencia de tanques en Las Ramblas y en la plaza de Sant Jaume. En realidad, el
articulista muestra tal decepción, si bien la viste con los naipes marcados de
su propia baraja. Torpes piruetas retóricas, sorprendidas in fraganti por «todas
las armas del Estado de Derecho». Es ahí cuando el lobo enseña la patita en
nombre de «nuestro modelo de convivencia».
¿Cuál es ese modelo que,
según el autor, hay que defender a toda costa? ¿Qué convivencia es aquella que
desprecia la posibilidad de que Cataluña —y es de suponer que el resto de
España también— acabe llorando a esas «víctimas inocentes» a las que el
articulista concede —con inusitada frialdad— tan escaso crédito?
Periodistas y profesores de
reconocida solvencia como León Gross o Agustín Rivera suelen incidir mucho en
el Background del artículo de opinión,
como el cuerpo de conocimiento que opera de fondo argumentativo. Sin este
elemento la pieza periodística queda vacía de contenido o se convierte en un
texto meramente propagandístico y dogmático, al servicio de determinados grupos
e intereses.
Y este es el caso de la
columna del señor Trujillo. Con cuatro o cinco muletillas más que gastadas por
el discurso oficial y una construcción acaso ocurrente, consigue desandar 200
años de periodismo para situarse en aquella prensa doctrinaria, partidista y
combativa de la primera mitad del siglo XIX, mucho más empeñada en la
persuasión emocional que en la reflexión racional, y bastante más comprometida
con la irresponsable arenga de las masas que con la firme vocación de mantener
una cierta ecuanimidad analítica.
La mejor forma de no
ensanchar esa fractura social a la que alude el artículo en cuestión es dejar
de meter el dedito en la herida, sobre todo si es solo para quedar bien con un
círculo de admiradores o para dar fe de este patrioterismo sobrevenido que solo
alimenta el instinto de machacar a los catalanes. La patria, las patrias, son
otra cosa.
Quien tiene la suerte, o el
privilegio, de disponer de una ventana a la opinión pública, ha de saber que en
las facultades siguen enseñando que el Periodismo tiene una gran
responsabilidad social. Nada hay que objetar a la línea editorial de un medio
cualquiera mientras cumpla con ese precepto. Pero una redacción seria debe
supervisar las opiniones de sus colaboradores; si no, más pronto que tarde, muchas
cabeceras no podrán diferenciarse de las redes sociales y morirán de pura
inercia. Si algunas no lo han hecho ya.
Y en esta partida no valen ni
las cartas marcadas.
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