miércoles, 15 de abril de 2020

Opinión: los aplausos al personal sanitario.




Lo mejor es que mañana no nos peguen

HÉCTOR MUÑOZ. MÁLAGA

Un entrecortado «gracias, doctor», a pesar del lacerante dolor que le provoca la peor noticia de su vida. Un suspiro de alivio al oír la melodía del «todo ha salido muy bien». Esas miradas de reconocimiento. Una sana sonrisa de alegría. Un gesto sobrio, casi reverencial, que delata un agradecimiento infinito. Un emocionado apretón de manos. Una anciana que no está dispuesta a marcharse sin un beso.
Todos esos, y tantísimos más, son momentos únicos que hacen de esta profesión la más bonita del mundo. Es tan honda la emoción experimentada, que el profesional suele sentirse bien pagado. Y lo es. Lo es en la vertiente humana, en el plano afectivo.
La actual pandemia por el COVID-19, y las medidas decretadas por el Gobierno para contenerla, le están proporcionando al personal sanitario de toda España momentos sublimes de agradecimiento por parte de la población. Momentos diarios, absolutamente nuevos, desconocidos, impensables hasta la fecha.
Los aplausos que suenan todos los días en los balcones de este país reconocen el trabajo, adivinan el riesgo y agradecen la dedicación de los profesionales. Son reconfortantes. Son emocionantes.
Pero nadie olvida que se necesita algo más para sobrevivir. Los hijos tienen la costumbre de comer a diario; sus matrículas universitarias no se pagan con aliento. Los banqueros no aceptan ese tipo de moneda. La enorme responsabilidad debe ser remunerada justamente. No es lo mismo trabajar con personas que con cosas. No es igual.
Un enemigo invisible sitúa a los trabajadores sanitarios, cara a cara, frente al vértigo de la parca y, paradójicamente, convierte estos malos tiempos en días de vino y rosas con la población a la que atienden, especialmente para los que llevan muchos años en las trincheras. Hoy es el COVID-19. Antes fueron el SIDA, el SARS producido por otro coronavirus, la Gripe Porcina o el Ébola, por citar unos cuantos.
Todo esto pasará. Seguramente dejando graves secuelas personales, sociales, laborales y económicas. Los más perjudicados, además de los muertos, serán los de siempre, aquellos que ya contaban con pocos recursos para mantener una existencia digna. Dicen que nada será como antes. En algunos aspectos sería deseable.
Un mes antes de la declaración de pandemia por la OMS, el sindicato de enfermería SATSE denunciaba que las agresiones al personal sanitario en Andalucía se incrementaron un 50% en los últimos tres años. Desde la reforma del Código Penal de 2015, estos hechos se consideran un atentado a la autoridad y pueden ser castigados hasta con cuatro años de cárcel.


Esta reforma no contempla como delito las amenazas, injurias, vejaciones y coacciones. Salen gratis. O casi. Como mucho, amenazar de muerte a un médico puede costar 120 euros. Y ello, suponiendo que pueda demostrarse un hecho que se produce en la intimidad de la consulta. Y siempre que el trabajador no renuncie a denunciarlo por miedo a encontrarse una desagradable sorpresa a la salida del centro asistencial.
No deja de ser preocupante que una sociedad necesite ordenar jurídicamente la agresividad de la población contra aquellos que trabajan para cuidar su salud. Por ello son aún más sorprendentes los aplausos de hoy.
El reconocimiento de los ciudadanos es justo y gratificante: refuerza el ego y nos sube la moral. Pero no es conveniente llevarse a engaño. Lo mejor es que mañana no nos peguen.

8 comentarios:

  1. Que no os peguen y que se reconozca económicamente vuestro esfuerzo, tanto en salarios como en no recortar hasta dejar en cueros a la sanidad pública. Muy buen artículo. Un beso.

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    1. Muchas gracias por tu comentario, y por lo alentador de su contenido.

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  2. "Lo mejor es que mañana no nos peguen" me parece un triste final para el artículo. Sé que muchos no queréis ser héroes, porque en nada mejora vuestra estima y en mucho os presiona, pero ser humanos, profesionales y tener el respeto que todos merecemos es, cuanto menos, un derecho irrenunciable. Mucho ánimo y cuídate. Un abrazo

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    1. Bueno, lo primero, mil gracias por tu comentario, la verdad es que fuere en el sentido que fuere se agradece un comentario,anima a escribir. En cuanto a lo que comentas, la frase del cierre es exactamente la misma que la del titular. Suelo emplear mucho esta técnica, que llaman cierre circular. En cualquier caso, esa frase es justo la idea que quería transmitir. Conste que yo, personalmente, no he tenido grandes problemas en los 37 años de carrera; lógicamente siempre hay roces y desencuentros, sobre todo con familiares. En cualquier servicio sanitario hay un plus de tensión, por razones obvias, y en una zona de choque con situaciones inesperadas pues mucho más. Esta cuestión tiene muchas patas; desde la casta política que lo promete todo (al tiempo que a nosotros nos "sugieren" al oído que no gastemos porque no hay) hasta una población que se lo cree todo y que construye unas expectativas que se esfuman entre el ruidoso ambiente y el olor a antisépticos. Esa frustración no asumida es origen de muchos problemas. Y por supuesto, aspectos laborales y profesionales que no deberían salpicar al paciente pero acaban haciéndolo; y en esto tendríamos que reflexionar autocríticamente más de lo que creo que lo hacemos.
      Y los hechos son los que son: un código penal que ha tenido que contemplar parte de este problema, botones de pánico en todas las consultas, servicios de seguridad cada vez más hipertrofiados, una atroz medicina defensiva (unos más que otros) que multiplica el gasto inútilmente, que genera un silencioso enjambre de personas, más o menos enfermas, que se mueve continuamente de especialista en especialista, de prueba en prueba, del ambulatorio al hospital... Y tiro porque me toca. Y lo peor de eso es que los usuarios tienen la sensación de haber llegado al último peldaño y comprueban que su problema sigue tan irresoluto como al principio; más frustración, más cabreo,más problemas para todos. Y la rueda empieza a girar de nuevo.
      Me parece un bonito detalle lo de los aplausos, de verdad. Pero mi instinto me dice que sea cauto en mis emociones al respecto. Por eso digo, lo mejor es que mañana no me peguen.
      Un beso y muchas gracias.

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    2. Gracias a ti por expresar con tanto detalle lo que sabes que se arrastra de tiempo y se multiplica exponencialmente con esta nueva circunstancia que nos amenaza. Entiendo que no son buenos momentos para los sanitarios, intentaba, tal vez con torpeza, mostrar mi apoyo a los derechos que como profesionales tenéis, como humanos que no están obligados a ser héroes. Me refiero al derecho al respeto y la consideración.
      Ya conozco tu gusto por la técnica circular, es siempre muy explicativa y favorece la asimilación. Pero sigo viendo triste esa expresión, no con ello trato de hacer crítica, solo reflejo lo que percibo. Sé que conoces la complejidad de las reacciones de los usuarios de los servicios de salud y que también puedes discernir lo multifactorial del problema. Pero eso es lo racional, y yo sólo destaqué lo emocional. Gracias de nuevo por responder. Y me alegra que sigas con ilusión escribiendo y siendo testigo del presente para los que te leemos. Un beso y te deseo mucha fuerza para esta temporada.

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    3. Muchas gracias por tu apoyo, sé que es auténtico. Entendí bien el sentido de tu primer comentario,y estoy de acuerdo: es triste. Un beso y buenos deseos para ti y los tuyos.

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  3. Me alegro de leerte, reconozco que hace un tiempo que no entraba en tu blog. Ánimo, fuerza y sobre todo suerte, que todo vaya lo mejor posible

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  4. Muchas gracias José Carlos, es una alegría leerte. Lo mismo te deseo, a ti y a los tuyos. Un abrazo enorme.

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