CRÓNICA DE UN
ENCUENTRO DESEADO
Enredados
Héctor
Muñoz. MÁLAGA
Profesionales
de la Medicina
y del Periodismo celebraron el pasado jueves en el salón de actos del Museo
del Patrimonio Municipal (MUPAM), del Ayuntamiento de Málaga, una mesa redonda* sobre el protagonismo de las redes sociales en el
ámbito sanitario.
Desde la segunda planta
del MUPAM, a través de una esquina acristalada, Málaga se ofrece, nocturna y
serena, para ser amada. A un lado, la plaza del antiguo Hospital Noble, la del
General Torrijos, con su Fuente de las Tres Gracias; al otro la Casona Consistorial ,
los jardines de Puerta Oscura y La
Coracha ; entre ambos ángulos, el Paseo del Parque se pierde hacia
La Marina bajo
sus palmeras centenarias. En el interior del moderno edificio, las obras de arte y los
documentos históricos expuestos dan paso a un coqueto y acogedor salón de actos
en el que un cámara estudia el mejor encuadre para plasmar el evento al tiempo
que van llegando los primeros asistentes. Unos minutos después de la hora prevista
aparecen los ponentes, prestos a ocupar su lugar en la mesa que preside la
estancia.
Arranca con la presentación del acto y del resto de ponentes el periodista,
columnista del diario Sur, escritor y profesor de la UMA , Teodoro León Gross que, tras
estos primeros acordes de cortesía, comienza a diseccionar el cuerpo del
mensaje con el experto bisturí de su solvencia retórica: frente a la clásica
ocupación del espacio público de debate ―citando a Jürgen Habermas― por los
medios de comunicación convencionales, particularmente la prensa, las redes
sociales están introduciendo un replanteamiento del campo y de las reglas de
juego; frente a la vieja e ingenua idea de que los medios son el espejo que
reflejan la realidad, el periodista habla de la construcción mediática de la
misma, de la permanencia cotidiana de una agenda informativa de carácter
oficialista que se aleja de aquella y la distorsiona, de forma que los
resultados electorales y las tendencias políticas determinan el temario
informativo. Sin negar que “ese control de la agenda por parte de los medios ha
tenido efectos jerarquizadores muy positivos”, León Gross afirma que también tiene
efectos perversos.
Destaca el profesor la escasa especialización de la prensa, particularmente
la española, que, centrada en temas políticos y financieros predeterminados, ha
arrinconado informativamente cuestiones médicas o educativas de interés general
―por poner dos ejemplos de especial relevancia. La progresiva “tabloidización”
de la información ―en el sentido de popularización, sensacionalismo, abundancia
de noticias ‘blandas’ e infoentretenimiento― ha derrotado, “en muchos aspectos,
en otros no”, al buen periodismo. Al hilo de este discurso, señala la pobre
presencia de la Medicina
en el periodismo de calidad, limitada casi siempre a periodos de epidemias o a informaciones
poco desarrolladas con ocasión de la concesión de los premios Nobel; por el
contrario sí han gozado de mayor visibilidad las noticias sobre escándalos y
supuestos errores sanitarios en la prensa sensacionalista.
Autocrítico, como siempre cabe esperar de cualquier profesional capacitado,
León Gross explica a los cerca de sesenta asistentes cómo el entorno digital y
las redes sociales han transformado significativamente este panorama mediático,
no solo en clave tecnológica sino también, especialmente, en los contenidos,
hasta el punto de plantear un desafío al periodismo y destapar las deficiencias
de su oferta. Abierta la puerta a un espacio en tierra de nadie, las redes
sociales han sabido ocuparlo para ofrecer nuevas y grandes posibilidades
basadas en la inmediatez y la interactividad, usurpando parte del protagonismo
clásico de los grandes medios en la confección de la agenda informativa.
En el caso de los blogs de temática médica ―asegura haber
contabilizado unos cuatrocientos, con la certeza de que serán muchos más―
considera que, a través de ellos y de las redes sociales, los profesionales de la Medicina pueden crear unos
entornos dinámicos basados en la interacción y en el continuo intercambio de
conocimientos, “un gran ágora” que favorezca la aparición de nuevas ideas y
nuevos desafíos, técnicos y éticos, así como una mejor formación y un mayor
beneficio para los pacientes, que también pueden participar ―ya lo hacen― en
este proceso, acercándose a un profesional más humanista, como reclama en su
libro Medicina Basada en el Humanismo ―citado por el periodista― el allí
presente José Antonio Trujillo, médico de familia y exdirector del hospital
Carlos Haya.
Ni apocalíptico ni integrado, o con ambos atributos a la vez, Teodoro León
Gross advierte también de los riesgos de banalización, desinformación e
intoxicación a partir de un uso sesgado de las redes sociales. Cerca ya del
final de su intervención y antes de dar paso a la siguiente ponente, una
molesta interrupción en forma de musiquita de llamada entrante en el móvil de
algún asistente despistado, parece querer seguir reclamando la atención de la
audiencia hacia las nuevas tecnologías, como si éstas, sintiéndose aludidas en
su insaciable afán de protagonismo, asomaran la nariz para recordar a todos su
invisible presencia; con una gota de ironía al definir el inoportuno politono
como “buena música”, unas risas y un buen aplauso, acaba el columnista su
disertación.
Toma la palabra Berta González de Vega Dávila, periodista de El Mundo,
que comienza comentando su condición de hija, nieta y sobrina de médicos, y
reivindica el interés que en temas médicos tiene el grupo Unidad Editorial que,
además del diario El Mundo y su suplemento Salud, edita El
Diario Médico.
Con menos tablas que su predecesor en la mesa, expone las grandes
oportunidades que brindan las redes sociales y los grandes riesgos que
entrañan, a su juicio, “si no tenéis escrúpulos”. Directamente: en las redes
sociales abundan las informaciones médicas que dan falsas expectativas de
curación, la publicidad engañosa y la venta de humo.
En la otra cara de la moneda, ofrecen la posibilidad de contactar
profesionalmente con médicos de todo el mundo, mucho más allá del ámbito
autonómico y nacional; defiende las redes sociales como herramientas de
movilización y defensa de intereses laborales, citando como ejemplo la última
huelga de los Médicos Internos Residentes (MIR), que “dieron una lección a sus
hermanos mayores de cómo movilizarse y cómo conseguir sus objetivos”. En ese
momento un tímido rumor, apenas perceptible, se infiltra en la sala: entre los
asistentes hay algunos de esos ‘hermanos mayores’ que, a juicio de González de
Vega, fueron aleccionados por los MIR.
Sin poder evitar aludir al siguiente ponente, periodista de un servicio
oficial de comunicación, se muestra crítica con los gabinetes de prensa
institucional, particularmente los del sistema sanitario público andaluz, a los
que no siempre considera transparentes. Termina su intervención hablando en
positivo sobre la telemedicina y denunciando la precariedad laboral que sufren
los médicos, sobre todo los más jóvenes.
Jesús Espino González es el tercero y último de los periodistas
intervinientes. Aunque algún asistente espera cierta polémica en respuesta a su
compañera Berta, el actual Director de Comunicación del Ayuntamiento de Málaga
irrumpe en la arena sin rastro de divisa en el morrillo.
Redes como parte de la realidad, virtuales pero reales, viene a decir
Espino. En su opinión, los blogs sin las redes son ya “materia inerte”;
hay que moverlos a través de ellas para alcanzar la audiencia deseada. Otorga
especial relevancia a los perfiles y a la información personal que los usuarios
comparten públicamente, que son, en su opinión, los principales responsables de
su propia privacidad; receloso con el anonimato bajo el que se camuflan muchas
personas que usan las redes sociales, recomienda prudencia y reflexión antes de
abrir un perfil: saber qué es lo que se quiere al hacerlo. Advierte a las
personas que no son médicos, que no jueguen a serlo por el hecho de leer en la
red y de ciertos riesgos de una ‘consulta digital’.
Sin negar los defectos del periodismo de papel, le otorga un rol de
‘filtro’ por la obligada verificación de las noticias; pero ahora “nos
encontramos [los periodistas] con una marea de contenido no verificado”, con tal
volumen de información que es imposible de contrastar. “En España no hay
465.000 políticos”, afirma en alusión a un falso post que circuló tiempo
atrás por internet, como paradigma de la desinformación en la red. Un asistente
musita: “Hay más…”.
A veces le cuesta desligar el discurso de su cargo: recurre a ejemplos
relacionados con su trabajo y distingue los errores de gestión de los de comunicación
o cuenta cómo el ayuntamiento de Málaga abrió un perfil hace algún tiempo.
En la recta final de su intervención habla de contenidos periodísticos en
internet y aprovecha para tirar de recámara: dispara los diez titulares de las
diez noticias más leídas en la web de El Mundo.es unas horas antes:
todas del rosa al amarillo. Y las miradas en la sala, de Espino a González de
Vega.
Tras comentar positivamente la fuerza de los grupos de presión en las redes
termina dejando en el aire algún ‘pero’ disfrazado de cita ajena. No ha sido un
mal final.
El anfitrión del evento, y el último ponente, es cirujano del hospital
Virgen del Rocío de Sevilla y del grupo Quirón, así como Director del Instituto
Quirúrgico Andaluz; César Ramírez Plaza no tenía teléfono móvil ni cuenta de
correo electrónico cuando empezó en 1995 su formación como MIR de cirugía
general y digestiva en el Carlos Haya de Málaga. Con esta revelación explica la
revolución que en el conocimiento médico han supuesto las nuevas tecnologías de
la información y de la comunicación (NTIC) en los últimos quince o veinte años.
Un discurso lleno de vivencias personales y alusiones a una parte de la Medicina que se llama
cirugía.
En su opinión, las NTIC han sido el motor que ha permitido transformar la
figura del médico en un profesional mucho más moderno en el plano técnico. Como
el resto de ponentes, no duda de las grandes ventajas de las redes sociales, la
blogosfera y la telemedicina, pero reconoce ciertas reticencias personales ante
la idea de hacer medicina alejado del paciente; reivindica, casi
vehementemente, la relación médico-paciente cercana, cómplice y confiada. Se
plantea dudas respecto al uso particular de las NTIC frente al ojo del Gran
Hermano Institucional por que pueda no gustarle lo que se escribe de él;
reclama responsabilidad de todos en el uso de las redes, comenzando por los
políticos, idea ésta que ilustra con el ejemplo de un tweet publicado
por una consejera de la Junta ,
a su juicio impertinente en forma y contenido.
En el tramo final, invita a la audiencia a participar en las redes con
ánimo constructivo, generar conocimiento en sana colaboración, transmitir experiencia
para ampliar la formación profesional y, como meta obligada, mejorar día a día,
sin descanso, la atención de los que padecen problemas de salud. Cierre y
sutura.
Se abre el turno de debate. La audiencia ha estado atenta y esto es un
síntoma de que algo tendrá que decir; por fortuna para aquellos que sufren con
esos silencios colectivos que siguen a las exposiciones y afean a los ponentes ―a
los que se les queda una cara de no saber, precisamente, cuál poner―, el vacío
acústico no llega a durar diez segundos, gracias al varias veces mencionado en
las intervenciones, José Antonio Trujillo, que aprovecha para felicitar a la
mesa y agradecer su presencia.
Poco a poco se van viendo manos tímidamente alzadas; una más que aceptable
participación y una excelente disposición de los periodistas en sus
comentarios. A vueltas con los perfiles y con el debate ―tan antiguo como los chats
y el correo electrónico― sobre el anonimato malintencionado y la siniestra
navegación del trol de turno, el tema será recurrente en diferentes
intervenciones de los asistentes.
González de Vega defiende apasionadamente las redes sociales como vehículo
de contestación al poder ―sanitario en este caso― frente a su interesada
opacidad. Para ella, para León Gross y para Espino las supuestas represalias
serían inaceptables e indecentes en un sistema democrático, si bien el
responsable de la comunicación del Ayuntamiento de Málaga apostilla, casi sin
solución de continuidad: “Me parece que no es normal criticar [públicamente] a
aquella empresa para la que trabajas”.
La telemedicina, que para muchos es una novia que tarda demasiado en llegar
al altar, ocupa también su lugar entre las notas de escepticismo de César
Ramírez, como cirujano, y la triunfal sinfonía del director médico del Hospital
Serranía de Ronda que informa a la audiencia de la reciente y exitosa
implantación del sistema en su área de influencia.
Por momentos, el curso de las intervenciones se desvía con anécdotas, experiencias
personales y disquisiciones tecnológicas, a modo de tormenta de ideas o terapia
grupal. Un asistente ―acaso informático― que se autodefine “bicho raro” por no
ser ni médico ni periodista, sentencia que el mundo digital y las redes
sociales han propiciado “el único cambio que ha habido en la historia de la
humanidad que ha mutado el sistema de producción y el sistema de comunicación
al mismo tiempo”. Interesante reflexión.
Más cosas: protección de datos y riesgos para la privacidad de los
pacientes, asuntos a tener en cuenta frente a las ventajas tecnológicas;
‘canibalismo’ entre profesionales a través de las redes sociales, en forma de
críticas furibundas y desautorizaciones infundadas como perversión deontológica
en una suerte de charlatanismo digital: León Gross lo resuelve recordando que
las NTIC solo generan nuevas plataformas de comunicación, pero “la ética médica
y la actividad médica siguen siendo las mismas”. Tan simple como eso.
Antes de las despedidas aún quedan unos minutos para reclamar combatividad
frente a los desmanes institucionales usando con rigor y respeto las
plataformas digitales, particularmente los blogs, y poder traspasar el
velo que no permite al ciudadano ver la gestión sanitaria. Para uno de los
asistentes, el último en hablar, esa actitud es una obligación moral de los
médicos, particularmente de aquellos con mayor estabilidad laboral, ya que la
extrema precariedad de otros muchos supone, de facto, una mordaza que les
previene de ser incluidos en las cifras de paro.
Un encuentro fértil, ameno y enriquecedor. Un encuentro necesario y
deseado. Afuera la ciudad espera frotándose los ojos de sueño.
*MESA REDONDA:
“MEDICINA Y SOCIEDAD. EL PROTAGONISMO DE LAS REDES SOCIALES”
Organizada por el Instituto Quirúrgico de
Andalucía y el grupo Quirón
Málaga, 14 de noviembre de 2013
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